lunes, 21 de septiembre de 2009

Inglourious Basterds: Pulp History o con nazis y a lo loco

Más de una década llevaba Tarantino trabajando en el guión de Inglourious Basterds, la que tenía que haber sido su cuarta película, después de Jackie Brown. Sin embargo, por distintas razones el proyecto se fue retrasando, primero para rodar la fenomenal bilogía de Kill Bill, y luego esa simpática estridencia que fue Grindhouse, realizada junto a Robert Rodríguez. Finalmente, en Cannes 2008 apostó que un año más tarde estrenaría en el festival francés su épica bélica. Seguramente eso explica algo que podría haber sido sorprente: que un guión en el que un tipo como Tarantino ha estado tanto tiempo trabajando de la sensación de haber sido acabado algo deprisa.

Con esto no quiero decir que la película sea mala, en absoluto, es muy buena. El principio es arrollador y el final, glorioso. La puesta en escena es soberbia y la fotografía es sensacional. Brad Pitt borda al Teniente Aldo Raine –nombre que Tarantino recicla de su inacabada opera prima El cumpleaños de mi mejor amigo-, un personaje que seguro se convierte en un referente del universo tarantinesco. Christoph Waltz da vida a uno de los villanos más amenazadores de la última década y Mélanie Laurent, en el papel de una joven fugitiva judía, se erige como la gran revelación del año. No hace falta decir nada del habitual despliegue musical del que hace gala Tarantino en cada película, con numerosas piezas compuestas por el gran Ennio Morricone. El de Knoxville demuestra que es uno de los directores con más talento y estilo del momento.

Sin embargo el guión no está bien cerrado. Lo primero que llama la atención es que una película que se llama Inglourious Basterds no arranque desde el primer minuto con la historia de esta unidad de elite destinada a asesinar nazis de la forma más cruel posible, de la misma manera que también se hace extraño que la película se olvide de los bastardos durante casi veinte minutos de metraje. Es cierto que la película es muy coral, pero lo cierto es que al final gran parte del protagonismo recae sobre el personaje de Mélanie Laurent -actriz que tiene todos los números para convertirse en el gran descubrimiento de Hollywood de los próximos años- en detrimento del grupo que da título a la película.

Pero esto no deja de ser una tontería, y los fallos más graves vienen por otro lado. La película empieza como un huracán, con la presentación del coronel de las SS Hans Landa (Christoph Waltz), la versión nazi de Hercule Poirot, y de Shosanna Dreyfus (Mélanie Laurent). A continuación conocemos a los Bastardos a través de un soberbio monólogo de Brad Pitt en una secuencia que homenajea a Los doce del patíbulo. Pitt se confirma como un gran cómico después de Snatch y Quemar después de leer. El final de la película es igualmente espléndido. Sin embargo, a lo largo de todo el nudo de la película la historia navega. Le falta ritmo y la historia avanza a trompicones. Tarantino salva la situación gracias a que sus diálogos son como la mano del mago que despista al público mientras lleva a cabo su truco. Sin embargo, el bajón es notable.

Además, también se nota en exceso los cambios que ha habido en el guión en sus últimas versiones y el poco tiempo que se ha tenido para depurarlos. Algunos de los personajes cuentan con unas presentaciones exageradamente extensas, que incluyen incluso algún flashback, para su peso en la trama ya que en algún caso incluso mueren a la primera de cambio. También hay personajes, como el de B.J. Novak (conocido por ser Ryan el The Office), que aparecen en las primeras secuencias, desaparecen durante la parte central del film para reaparecer, como una seta, para la traca final.

Por otro lado, no estaría mal que Tarantino se tomara una tila antes de abordar su próximo proyecto. La versión más loca y desatada de Tarantino toco techo en Kill Bill, por original y por lo bien cerrado que estaba el guión. Deathproof era una gamberrada sólida, bien realizada y con algún momento glorioso. Inglorious Basterds es una locura imperfecta pero que satisfará al espectador gracias a su principio y al gran final. Sin embargo, después de estas tres películas (contaremos Kill Bill como una sola, ya que era la intención original del director) da la sensación de que la vía del despatarre tarantiniano no da más de sí. Si quiere seguir creciendo como el enorme director que es le toca reinventarse o volver a sus orígenes: unas películas tan personales como esta trilogía del “desvarío y la venganza” pero mucho más relajadas, en las que no da la impresión que el que más disfruta la película es el propio Tarantino.

Con todo, Inglourious Basterds es que dejará con un gran sabor de boca gracias a la gracia con la que Tarantino reescribe la historia, su –y no me cansaré de repetirlo- extraordinario final y los sensacionales papeles de Brad Pitt, Christoph Waltz y Mélanie Laurent. Y sobre todo al estilazo del amigo Quentin, porque este tío supura cine por todos los orificios de su cuerpo y eso se nota en la pantalla. Sólo hay que esperar que no se encasille en sus propios delirios.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

La guerra sucia por el control de la Fórmula 1

Favio Briatore es el tercer pez gordo que se ve obligado a abandonar su puesto en apenas una año, todo en medio de una dura confrontación entre los equipos y la federación. En marzo, Ron Dennis abandonó el equipo de F1 de McLaren para buscar nuevos desafíos en otros sectores, eso sí, con el escándalo por el espionaje a Ferrari como marea de fondo. Max Mosley, presidente de la FIA, tuvo que aceptar no presentarse a la reelección después de que la FOTA (Formula One Teams Association) amenazara con organizar un mundial paralelo en caso de aprobarse el límite presupuestario, todo unos meses después de haber sido víctima de una fea campaña contra él, recordando la afiliación nazi de su padre y con la filtración de una orgía sadomasoquista con decoración, digamos, germanófila.

Podría parecer una casualidad o querer ver fantasmas donde no lo hay, pero el ambiente de crispación entre los equipos y la organización invita a montarse las películas más increíbles. Nunca desde que se firmó el primer Pacto de la Concordia en 1981 la competición había estado tan cerca de romperse. Los continuos y aleatorios cambios de reglamentación -algunos a apenas unas semanas de empezar el campeonato- y la propuesta de limitar los presupuestos llevaron a una rebelión de los equipos liderada por, ¡oh! ¡sorpresa!, Favio Briatore. La desaparición del italiano deja a la FOTA sin uno de sus pesos pesados, quizá el más importante después de Luca Cordero di Montezemolo, presidente de Ferrari y de la asociación. Leer el ‘Singapourgate’ (la coletilla Gate a cualquier escándalo es la gran aportación de Bernstein y Woodward al mundo del periodismo, ni periodismo de investigación, ni vigilancia del poder ni pollas en vinagre) en clave de persecución hacia el italiano es aún más fácil después de que la FIA haya ofrecido a Pat Symonds, director de ingeniería de Renault, inmunidad en caso de que haga de chivato contra el italiano, igual que pasó con Nelsinho.

Lo que parecía una rabieta infantil del piloto brasileño tras su despido ha acabado por ser el más que probable final de la carrera del playboy italiano en la F1, descubridor ni más ni menos que de Michael Schumacher y Fernando Alonso. Parece increíble que un piloto acepte estrellarse contra el muro de manera voluntaria, con el peligro que ello conlleva, y que una persona que se presume inteligente como Briatore despida de mala manera a una persona que puede lanzar unas acusaciones tan fuertes contra él. Sin embargo la dimisión –o despido, aún no está claro-lleva implícito un mea culpa a pesar de que tanto Renault como Briatore anunciaron hace días que tomarían medidas criminales contra los Piquet.

Nelsinho y Mosley han consumado su venganza. El mundial podrá estar decidido a favor de los Brawn, habrá quien diga que este año la Fórmula 1 es muy aburrida, pero el thriller de asesinatos, conspiraciones y vendettas es increíble. Y aún no ha acabado, todavía queda la carrera por suceder a Mosley en la presidencia de la FIA, y quién sabe si rodará alguna cabeza más. Quedan con vida algunos de los enemigos acérrimos del mandamás de la federación, Montezemolo incluso lo calificó de dictador, y tiempo hay para que tengan una sorpresa, o se despierten con una cabeza de cavalino en la cama.

Eto’o-Ibra, Laporta-Valdano... y Pardeza

Aunque las casas de apuestas dan las mismas posibilidades de marcar a Eto’o y a Ibrahimovic, da la sensación que el camerunés tiene bastantes más números de hacerlo. Sólo hay que recordar su salida del Real Madrid y las ganas que tenía cada vez que jugaba contra el conjunto blanco, que volvieron loco al bueno de Casillas y sus gestos a Florentino Pérez quedan para la posteridad. Esta noche Samu tendrá entre ceja y ceja demostrarle a Guardiola que el ‘feeling’ no siempre es el mejor consejero. A su favor están los enormes espacios que deja la defensa culé a sus espaldas, unos espacios en los que él se mueve como ningún otro jugador gracias a su tremenda explosividad. Ibra, al contrario que el africano, no es un delantero que se motive especialmente al jugar contra sus ex-equipos, y no lo tendrá fácil para moverse de espaldas a la portería como él sabe con un central tipo tanque como es Walter Samuel, al que no hay que valorar por su lamentable etapa en el Madrid. Sin embargo, el sueco tiene una ocasión inmejorable para callar a todos aquellos que le acusan de realizar grandes partidos contra equipos pequeños para luego desaparecer en las grandes citas. Sólo espero dos cosas: la primera es que si Eto’o marca , que marcará, no haga ninguna tontería tipo ir a celebrarlo delante de Guardiola. Creo que el ambiente que se ha generado es inmejorable para que el camerunés sea ovacionado como merece cuando salte al césped del Camp Nou, pero si hay un jugador capaz de dinamitar cualquier buen ambiente, ese es Eto’o. La segunda es que en caso de que Eto’o marque y Zlatan no lo haga, no se creen en el Entorno Culé (sí, con mayúsculas) esas comparaciones tan culés que ni ayudan ni vienen a cuento y que se resumen en la esa frase tan típica de la grada del Camp Nou ‘aquest tiu es una tolla’.

Por otro lado, el campeonato de mear fuera de tiesto entre Laporta y Valdano está empezando a cobrar dimensiones ridículas. Que Laporta saque a pasear su boca-chancla es algo ya tristemente habitual y no sorprende demasiado. Suponemos que, si acaba siendo verdad los rumores que apuntan a que cuando abandone la presidencia se unirá a las filas de Reagrupament, alguien le enseñará a controlar la diarrea verbal que le entra cada vez que ve un micrófono. Sí que sorprende que el compañero de juerga sea Valdano, un tipo que siempre se ha caracterizado por unas opiniones mesuradas. Es posible que estar tan cerca de Monseñor Florentino le haya afectado demasiado. Ya declaró hace un par de meses que las enormes inversiones de Kaka y Cristiano Ronaldo se recuperarían en apenas un año, una justificación impensable viniendo de un hombre de fútbol como él. Ahora también se dedica a mezclar política y deporte sin venir a cuento y, para quedarse más descansao, mezclando el tocino con la velocidad. Lo más patético de todo es que muchos de los que critican a Laporta cuando habla de política, argumentando con razón que no es bueno mezclarla con el deporte, han aplaudido con las orejas las palabras de Valdano. El último y más esperpéntico episodio del culebrón viene protagonizado por... Pardeza... un director técnico de funciones indefinidas más allá de servir de escudo humano a Monseñor Florentino en caso de que la galaxia no acabe de funcionar como es debido (por 25 pesetas, un sólo fichaje o venta del Real Madrid que no haya salido del lóbulo frontal del monseñor-presidente). El amigo Miguel ha tenido la feliz idea de, en vez de dejar que esta estúpida polémica se olvide, entrar al trapo. Será que no tiene otra cosa que hacer. Ojalá algún día se legalice grapar la boca de ciertas personas.

lunes, 14 de septiembre de 2009

District 9: De hombres y gambas

Durante los años 80, en pleno tramo final del apartheid, una enorme nave espacial aparece en los cielos de Johannesburgo. Sus habitantes, una especie de náufragos espaciales al estilo Alien Nation, no tienen otra opción que quedarse en la Tierra. La convivencia nunca es fácil, ni siquiera entre individuos de la misma especie, y las diferencias entre humanos y “gambas”, como denominan a los visitantes, pronto desembocan en hostilidades. Así las cosas, se decide desplazar a los alienígenas a una nueva localización, lejos de la ciudad, desde la barriada en la que viven: el distrito 9.

No hace falta que pasen muchos minutos de película para entender por que Peter Jackson no tuvo reparos a la hora de apadrinar a un joven director sudafricano llamado Neill Blomkamp. Desde el primer plano queda claro que su superdotado sentido del espectáculo no tiene nada que envidiar al de James Cameron, Steven Spielberg o al del propio Jackson. El arranque de District 9 es espectacular visual y narrativamente. En formato documental, en apenas diez minutos te narra la llegada de los extraterrestres a la tierra con unos brillantes y sobrios efectos especiales a cargo de WetaWorkshop (El Señor de los Anillos), entrevistas a pie de calle a ciudadanos de raza negra que exigen que mantengan a las gambas lejos de sus casas. También nos presenta al protagonista, Wikus Van der Merwe: un personaje tímido, algo patético y con cierto aire a Michael Scott (el protagonista de The Office), que según el propio director no es otra cosa que el prototipo de funcionario gubernamental en la oscura época del apartheid. Wikus es el encargado de organizar el traslado de 1,8 millones de gambas del distrito 9 al 10. Su drama comienza cuando contrae una extraña infección (¿la gripe A?) que lentamente lo transforma en una gamba igual que Seth Brundle en La Mosca de Cronemberg. No sólo se convierte en algo que el mundo no soporta sino que también lo hace en el único ser humano con capacidad para manejar el avanzado armamento alienígena, o lo que es lo mismo el mayor objeto de negocio del mundo.

La estética de reportaje televisivo proporciona un aire de realidad a una historia que de otra manera hubiera sido totalmente ajena al espectador. Sin embargo, el director consigue que no sea demasiado complicado identificar imágenes de la película con muchas de las que se pueden ver en las noticias. Se puede reprochar a Blomkamp que salta de un formato documental a un formato de ficción puro y duro cuando es incapaz de explicar algo por medio del reportaje para volver a él cuando éste le ofrece opciones narrativas interesantes. Aunque esta mezcla descarada de géneros pueda chocar en un principio, otorga a District 9 un ritmo vertiginoso y un toque original que atrapa al espectador como pocas películas del género, especialmente en los últimos años. Además, es preferible esto -que no es otra cosa que reconocer las limitaciones del formato y del propio narrador- a forzar la maquinaria para justificar la presencia de una cámara que lo grave todo. Este punto ya ha causado dolores de cabeza a muchos directores de falsos documentales. REC y El Diario de los Muertos, de Jaume Balagueró y George A. Romero respectivamente, tienen graves problemas de verosimilitud por esto mismo, incluso hay películas como Monstruoso que se hunden completamente por ser incapaces de razonar porque razón alguien está grabando ciertas situaciones.

La honestidad y la inteligencia del debutante sudafricano también acierta al reconocer el momento en que la metáfora planteada al principio sobre el apartheid y las tensiones raciales no da para más. Renuncia a estirarla como un chicle y se decanta por apretar el acelerador y comenzar con los tiros y las explosiones, rodadas de manera brillante y sin caer en las exageradas fantasmadas que últimamente inundan el cine de acción. Blomkamp confirma que a los Spielbergs, Camerons y Jacksons les ha salido un duro competidor. Hay un nuevo vaquero en el cine espectáculo. Sin embargo la película no es perfecta y lo cierto es que no le hubiera venido mal un poco de tijera y quizá renunciar a alguna subtrama como la de los traficantes nigerianos que alargan excesivamente el final, aunque este recorte signifique perder algo de profundidad del universo creado por el cineasta.

Con todo, District 9 es una de las películas más originales e inteligentes que ha dado la ciencia-ficción en los últimos años y supone un brillante inicio para una prometedora carrera de un director de apenas 30 años, que bajo la protección del ecléctico Peter Jackson ya ha asegurado que, si las circunstancias se lo permiten, su intención es rodar una secuela. Todo parece indicar que así será.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Marca, el mejor fichaje de Florentino

Ojiplático me he quedado con la portada de hoy de Marca, posiblemente la más sectaria que recuerdo del Florentino Today, con titulares que quedarían que niquelados en defensacentral.com. El pobre Platini sólo ha dicho una verdad como un templo, que el Madrid tiene muchas estrellas, pero que lo importante es como se acaba la temporada, algo aplicable a cualquier equipo de primer nivel. Pero para ellos eso ya es despreciar al Madrid. No sólo eso: es atacar a todos los equipos españoles. Cágate lorito. De regalo meten unas declaraciones de Ferguson que no pintan nada y lo acusan de madriditis. Y no será por falta de noticias, con partido de España y un Argentina-Brasil por delante. Tampoco hay ni una sola mención a las acusaciones de la FIA contra Renault por haber amañado presuntamente el GP de Singapour de 2008 ¿tendrá algo que ver el anuncio de ING que hay en la parte baja de la portada?

viernes, 4 de septiembre de 2009

El cambio según occidente

Es especialmente llamativo el titular que El País muestra hoy en portada: “Los ultraconservadores toman el poder en Irán”. A pesar de que el Diccionario de la Real Academia ofrece 39 acepciones para el verbo tomar, por lo general se usa para indicar que alguien se hace con algo que antes no tenía. Y sin embargo la situación en Irán viene a ser la misma que hace cuatro meses, a pesar de que desde occidente tengamos la sensación de que algo ha cambiado después de un intenso bombardeo de imágenes de las protestas que han tenido lugar en Teherán.

Hace unos meses uno de los blogs de El Mundo publicaba una entrevista a Kam Zarrabi, escritor iraní afincado en EEUU y director general del Ministerio de Economía iraní en la época del Sha. Zarrabi expuso crudamente la realidad de su país: “Sólo mirando las imagines de los canales occidentales podemos advertir una gran multitud de manifestantes enfadados que portan pancartas escritas tanto en farsi como en inglés. La mayoría de la juventud urbana, los estudiantes, académicos y la elite de la nación, (en definitiva) la burguesía que está descontenta con un gobierno basado en la religión ha exigido reformas 'democráticas' desde hace mucho tiempo. Aquí tenemos un problema del que no se está hablando. Que la nación (iraní) está compuesta de algo más que la elite urbana. La gran mayoría, los trabajadores de las aldeas, el herrero y el taxista, no están participando en esas manifestaciones. ¡Ninguno de ellos sabe inglés! Ellos también votaron y sus votos superaron claramente a los de la oposición. Para la mayoría silenciosa no existe problema alguno con el código de vestimenta y otras restricciones a las que sí se opone la burguesía”.

Y sin embargo eso no ha llegado a occidente. Sólo vimos una masa de gente con prendas verdes protestando contra Ahmadineyad, al que ya habíamos visto antes en el papel de malo. Eso sí, era malo porque quiere hacer bombas atómicas, no por tener a oprimida bajo su bota a una parte de la población iraní con el beneplácito y bajo la supervisión del Guía Supremo Ali Jamenei. Si las elecciones fueron realmente amañadas o no, nunca lo sabremos. La Ley Electoral iraní es poco más que un chiste que facilita los pucherazos casi tanto como dificulta su demostración. Por ejemplo, en Irán una persona puede votar allá donde le plazca, lo que significa que en un distrito puede haber más votos que personas censadas. Esto, que en cualquier democracia con cara y ojos haría saltar todas las alarmas en Irán no es más que un pequeño indicio que no prueba nada, tristemente.

Además, por alguna razón “sin identificar” se ha generado la idea de que el señor Husein Musavi es el gran salvador de Irán, casi un demócrata llamado a derrocar la República Islamista que él mismo ayudó a instaurar. Sin embargo cuando él fue Primer Ministro en los años ochenta no se cortó un pelo a la hora de reprimir a la oposición con diligente dureza, algo por lo que nunca ha pedido disculpas.

Así que... ¿ha cambiado algo en Irán? Es más ¿hubo alguna vez alguna posibilidad de cambio?

martes, 1 de septiembre de 2009

Nosotros no nos equivocamos, él es un mentiroso

Lo que le faltaba a Franck Ribéry. Muy guapo no es el chaval, y hoy Marca, también conocido como Florentino Today, desvela en rigurosa exclusiva que le va a crecer la nariz. No queda muy bien empezar llamando mentiroso al que, según tú, va a ser el gran fichaje de tu amo y señor el año que viene.

Marca se emperró hasta el último momento en que el francés recalaría en el Bernabéu, algo que analizando la situación con un poco de frialdad era muy complicado. El Madrid se había gastado ya 265 millones de euros en fichajes y ha ingresado al rededor de 80, lejos de los 120 que pretendía conseguir. Además, con el 4-4-2 con el que pretende jugar Pellegrini, encajar a Cristiano, Kaka y Ribery... a menos que prescindas de Xabi o Lass en el centro del campo, como ya se prescindió de Makelele para enchufar a Beckham con resultados por todos conocidos.

Y también hay que recordar qué pasó la última vez que Marca aseguró que Florentino ya tenía fichado su galáctico para la siguiente temporada:


Y de bonus track, ayer Mundo Deportivo regaló a sus lectores el cómic de Chygrynskyi. Espero que esta forma de incluír declaraciones cree escuela, porque como a El Mundo le dé por hacer el cómic de las escuchas telefónicas al PP y a El País el del caso Gürtel John le Carré se va a cagar.