domingo, 29 de noviembre de 2009

40 años de Altamont, el gemelo siniestro de Woodstock

Santana, Jefferson Airplane, The Grateful Dead, The Flying Burrito Brothers, Crosby, Stills & Nash y los Rolling Stones como colofón de la fiesta. Tenía que haber sido uno de los momentos cumbres en la carrera de sus Satánicas Majestades, uno de esos momentos que tendría que citar, ya desde la introducción, todo escritor al que le diera por escribir un libro sobre la historia del rock. Tenía que ser la traca final de la gira americana de la autoproclamada “mejor banda del mundo”, que durante el mes de noviembre habían recorrido Estados Unidos de costa a costa dando 23 conciertos en quince ciudades distintas. Sin embargo, el concierto de Altamont, San Francisco, acabó por convertirse en uno de los momentos más oscuros de la historia del rock, que para muchos marcó el final de la era hippie.

Fue el 6 de diciembre de 1969. Mick Jagger se empeñó en organizar un evento similar al que Jimi Hendrix había liderado apenas cuatro meses antes en el ya legendario festival de Woodstock. De hecho, en los días previos al concierto muchos lo describían como “el Woodstock de la Costa Oeste”. Pero el “Altamont Speedway Free Festival” poco tuvo que ver con aquellos “tres días de paz, amor y música”. KSAN Radio, de San Francisco, informaba al día siguiente: “La gira americana de los Rolling Stones acabó ayer con un concierto gratuito en el circuito de Altamont para más de 300.000 personas. Hubo cuatro nacimientos, cuatro muertes y multitud de refriegas”. Una muestra del caos que se vivió aquella noche.

Los problemas comenzaron ya en la fase de planificación. La idea inicial era celebrar el concierto en el Golden Gate Park, pero la banda inglesa no recibió los permisos necesarios. La siguiente opción era el Sears Point Raceway pero la empresa propietaria del circuito, una productora de televisión llamada Filmways, desechó la posibilidad por un conflicto de derechos con el documental que los hermanos Maysles estaban rodando sobre la gira. La localización final fue anunciada el 4 de diciembre, a sólo dos días del masivo concierto: sería el Altamont Speedway. La tormenta de problemas logísticos incluía la ausencia de lavabos o asistencia médica, y el escenario medía poco más de un metro. Aquello no tenía pinta de poder ser la velada perfecta.

Por si fuera poco, la seguridad del concierto fue encargada a los Ángeles del Infierno -una banda de moteros más acostumbrada a sembrar el caos que a imponer orden- a cambio de 500 dólares y cerveza, extremo negado tanto por mánager de los Stones, Sam Cutler, como los propios moteros, que llegaron a afirmar que ellos estaban allí únicamente para divertirse. Sin embargo, el documental de los hermanos Maysles, Gimme Shelter, demuestra que los Ángeles se comportaban como si estuvieran al mando, aparcando las motos enfrente del escenario para crear una barrera y montando guardia con tacos de billar.

Cuando comenzó el concierto las drogas llevaban horas haciendo estragos en el cuerpo de muchos espectadores que llevaban toda la mañana esperando que comenzara el espectáculo. Durante la primera actuación de la noche, la de Santana, quedó patente que el escenario era demasiado bajo, facilitando que numerosos energúmenos lo invadieran. En ese instante los Ángeles del Infierno, que hasta entonces habían estado vigilando los distintos equipos de sonido, se instalaron frente al escenario y reprimieron con dureza todo intento de trepar al decorado. El caos pareció llegar a su clímax durante la actuación de Jefferson Airplane: Marty Balin, cantante de la banda, fue noqueado por un Ángel del Infierno durante una reyerta en plena actuación.

Según Keith Richards, guitarrista de los Stones, la idea de contratar a los Ángeles del Infierno como encargados de la seguridad había surgido de The Grateful Dead, que ya les había contratado con anterioridad sin atisbos de violencia. Además los propios Rolling Stones ya habían entablado contacto con la rama inglesa de la banda, que habían asistido sin problemas a diversos conciertos del grupo liderado por Mick Jagger. Los Stones no tuvieron en cuenta que mientras que los Ángeles del Infierno británicos eran poco más que un grupo de excursionistas motorizados, su versión americana había estado implicada en numerosos casos de tráfico de drogas y posesión ilegal de armas.

Los presuntos encargados de la seguridad del concierto dejando inconsciente a un cantante en plena actuación. ¿Podía ir la cosa a peor? Sí, podía. Viendo como se complicaba la situación, The Gratefull Dead decidieron no actuar, mientras la relación entre los Ángeles del Infierno y el público se complicaba cada vez más, los que antes eran empujones ahora eran directamente puñetazos y las reyertas frente al escenario eran cada vez más numerosas.

Finalmente, sus Satánicas Majestades saltaron al escenario con la esperanza de que su esperada presencia calmaría los ánimos. No fue así, sino todo lo contrario. “Yo estuve allí cuando Cristo tuvo su momento de dolor y duda. (...) Yo estuve en San Petersburgo cuando vi que era el momento de un cambio. (...) Yo estuve allí cuando la blitzkrieg rugía” afirma el Diablo en la letra de Sympathy for the Devil. Probablemente también estaba presente mientras los Stones interpretaban la canción. A los pies del escenario, los Ángeles del Infierno cargaron contra el público como si fueran la Caballería Rusticana. Jagger paró la actuación y trató de arreglar la situación. “¡Hermanos y hermanas, tranquilizaos!” Ajeno a la locura que le rodeaba, un perro cruzó el escenario con toda la calma del mundo. Las peticiones del cantante no fueron escuchadas y poco después tuvo que volver a interrumpir la actuación. “¡Todo el mundo, gente, Ángeles, calmaros. Esta podría ser la mejor noche de todo el invierno, no la jodamos!”, reclamaba y amenazaba patéticamente con parar el concierto. Ante el fracaso de Jagger, un Ángel del Infierno se acercó al micro. “¡Si no os calmáis no vais a escuchar música! ¿Queréis iros todos a casa o qué?” espetó con poca delicadeza. El público se agitó aún más.

Dado el caos que dominó aquella noche californiana, podría parecer que cuatro muertes no era algo exagerado si lo comparamos con los tres muertos del pacífico Woodstock. Sin embargo, mientras que en Woodstock todas las muertes fueron accidentales (una por sobredosis, otra por apendicitis y otra por un accidente con un tractor), en Altamont hubo dos atropellos con huída, un ahogado en un canal... y un apuñalamiento que fue grabado por los cámaras distribuidos por los hermanos Maysles, entre los que se encontraba un jovencísimo George Lucas.

Fue poco después de que Jagger suplicara al público y a los Ángeles del Infierno que se calmaran. La banda tocaba Under my thumb y no Sympathy for the Devil como se suele creer. Un joven de 18 años de raza negra vestido con una chaqueta y pantalones verde pistacho, camiseta negra, pelo afro y bajo los efectos de metanfetaminas intentó subirse al escenario con un grupo de amigos. Este fue la causa de una escaramuza entre Meredith Hunter, ‘Murdoch’ para los amigos y la peculiar seguridad contratada por los Stones. Los Ángeles del Infierno golpearon y persiguieron a Hunter por las cercanías del escenario hasta que el joven sacó una pistola y momentos después fue apuñalado por la espalda cinco veces por Alan Passaro, un Ángel del Infierno de 21 años de edad. Aunque en las imágenes del documental se puede ver un destello naranja durante dos fotogramas, no está claro si el arma llegó a ser disparada. En todo caso, el motero alegó defensa propia durante el juicio celebrado en 1971 en el que fue absuelto del cargo de asesinato. En marzo de 1985, el cadáver de Passaro apareció flotando en el embalse Anderson, California, con 10.000 dólares en su bolsillo. Las circunstancias de su muerte jamás fueron aclaradas. Durante mucho tiempo, circularon rumores de que un segundo Ángel del Infierno había inflingido las heridas mortales a Meredith Hunter, lo que llevó a la policía de Alameda a mantener el caso abierto hasta el 25 de mayo de 2005, cuando se cerró descartando la teoría de un segundo asaltante. El año 2008 Mark Young, ex agente del FBI, aseguró que los Ángeles del Infierno habían intentado asesinar a Jagger por la falta de apoyo que este les había proporcionado tras los hechos. Al parecer, intentaron usar un barco para acercarse a la residencia del rockero en Long Island, pero una fuerte tormenta abortó sus planes.

Las imágenes de Gimme Shelter no dejan lugar a ninguna duda: Alan Passaro apuñaló a Meredith Hunter después de que este sacara, y tal vez disparara, una pistola. Desenfundar un arma cuando estas rodeado de moteros con ganas de marcha seguramente no se cuente entre las mejores ideas de todos los tiempos. No cabe duda de que la actitud de los Ángeles del Infierno no fue la más adecuada para garantizar la tranquilidad de una masa perjudicada por horas de alcohol, drogas y ácidos. Sin embargo ¿quién antepuso su vanidad cuando la organización, el tiempo y las condiciones estaban lejos de garantizar una buena velada? Si los Ángeles del Infierno no fueron contratados para hacerse cargo de la seguridad ¿porqué actuaban como si lo fueran? ¿dónde estaban los verdaderos encargados de la seguridad? ¿porqué no se suspendió el concierto cuando era evidente que la violencia sólo iba a más? En 1995 Mick Jagger declaró a la revista Rolling Stone: “Sientes responsabilidad. ¿Cómo pudo ser todo tan tonto e ir tan mal? Pero no creo en todo lo que la prensa ha dicho: esta gran pérdida de inocencia, el fin catártico de la era hippie... no pienso nada de eso. Es una carga que no pesa en mi mente. Es peor lo terrible que es haber tenido esta experiencia y lo horrible que es para alguien ser asesinado, lo triste que es para su familia y lo fatal que se comportaron los Ángeles del Infierno”.

A continuación, a modo de bonus tracks, una serie de extractos del genial documental Gimme Shelter que los hermanos Mayses realizaron sobre la gira americana y que centra gran parte de su metraje en los sucesos de Altamont.

La rueda de prensa en la que Jagger anunció el concierto


Comienza el caos: los Ángeles del Infierno dejan sin sentido al cantante de Jefferson Airplane en plena actuación


Reacciones a la actitud de los moteros y su "desfile" hacia el escenario


Los Rolling Stones interrumpen su actuación por primera vez e intentan calmar la situación


Segunda llamada a la paz por parte de Jagger


Se acaba la fiesta: el asesinato de Meredith Hunter

No hay comentarios:

Publicar un comentario