jueves, 12 de agosto de 2010

Cambio de dirección

Señoras y señores,

Para los cuatro gatos que lean este blog, con gusto les comunico que he decidido emigrar de Blogspot a Wordpress. Pueden ustedes seguir leyendo las idioteces que escribo en esta nueva dirección: http://sabiduriainutil.wordpress.com/

lunes, 9 de agosto de 2010

Origen: Jugando a Lego con los sueños ¿o con la realidad?

Pocas cosas puede hacer uno a parte de quitarse el sombrero ante el señor Christopher Nolan. No demasiadas personas serían capaces de sacarle a la Warner Bros 160 millones de dólares para levantar un thriller tan complejo como Origen, huir de la estúpida moda del 3D para rodarlo en la bidimensionalidad de toda la vida y luego colocarlo en las multisalas rodeado de cintas veraniegas lobotomizadas como El Equipo A o Noche y día... y convertirlo en un blockbuster.

En realidad la complejidad de Origen no nace de una estructura laberíntica. Al contrario de lo que pueda parecer, la idea base es bien sencilla: el asalto al banco de toda la vida. Como en Ocean's Eleven, un ladrón reputadísimo recibe un complicado encargo, este recluta a un equipo, planea el golpe y lo ejecuta saltando los diferentes obstáculos que se les presentan. La genialidad de Nolan es la manera en la que retuerce, engorda y, hasta cierto punto, pervierte esta premisa. Dominic Cobb - Un Leonardo DiCaprio que crece a cada película que hace y que se confirma como uno de los mejores actores del momento a pesar de todos los prejuicios que tenía en su contra tras Titanic- y su equipo no tienen que robar nada, sino que su misión es introducir algo. Y no es un banco, ni un casino, ni el tren del dinero, sino la mente de una persona: Se tienen que introducir en el sueño de Robert Fischer para implantarle la idea de que disuelva el imperio empresarial de su moribundo padre de manera que crea que es algo que se le ha ocurrido a él. Para ello se crea una capa de sueños: un sueño, dentro de otro sueño, dentro de otro sueño... Como a Nolan no le parecía suficiente jugar con cuatro o cinco niveles de realidad a la vez, riza el rizo haciendo que cada el tiempo avance de forma diferente en cada capa y que las cosas que ocurren en una capa superior tengan su reflejo en las inferiores. Lo que hace compleja es el brutal torrente de información que suponen sus dos horas y media de duración.

¿Y acaso cree usted que Nolan se quedó descansado después de montar una enorme estructura de muñecas rusas? En absoluto. A medida que avanza la película también nos adentramos en los ecos que quedan en la mente de Cobb de su relación con su difunta mujer Mal (Marion Cotillard), cuyo recuerdo le persigue y trata de boicotear sus misiones, a la vez que crece en el espectador una duda que Nolan planta en la primera mitad del film y crece a ritmo agigantado al final: ¿Qué es real y que es un sueño? Incluso ¿hay algo real? ¿O es todo un sueño autoinducido de Cobb? Nolan juega a despistar al espectador hasta el último fotograma, siempre ambiguo al respecto. Excepto en el caso de Cobb y Mal, no se nos dan demasiados detalles sobre los personajes, apenas dos o tres trazos y en la mayoría de los casos no tienen ni siquiera apellido, casi como si fueran reflejos de la personalidad de Cobb. Hasta el simbolismo de algunos nombres apuntan a la irrealidad, como el de Ariadne (Ellen Page) la “arquitecta” de los sueños, que guía a Cobb a través de los sueños para enfrentarse a sus traumas con la muerte de su exmujer de la misma manera que Ariadna guió a Teseo por el laberinto para enfrentarse al Minotauro. Incluso, cuando Cobb vuelve a ver a sus hijos, el plano es idéntico que el recuerdo que el guarda... pero los niños han crecido. Con todo esta cascada de estímulos consigue despistar al espectador para confundir las pistas reales de las trampas. Con el plano final de la peonza Nolan parece decir “te he estado engañando todo el rato. Ahora que sabes dónde tienes que mirar, vuelve a ver la película”.

Tras El caballero oscuro, Nolan vuelve a abordar uno de los temas que parece obsesionarle: la fragilidad de la relación entre la subjetividad de las personas y el mundo real. En Memento y El truco final Nolan pone en duda la fiabilidad de la memoria y la percepción respectivamente, creando en la mente de las personas una versión doblemente pervertida del mundo físico. En Origen directamente crea un universo que, para los personajes que lo habitan, puede ser tan real como falso. Además, Nolan, en un triple salto mortal hacia atrás, pone en entredicho no sólo la forma en la que el sujeto percibe el mundo físico sino también la manera en la que la persona plantea y ejecuta su interacción con la realidad ¿puede una persona tener una idea puramente propia o esta siempre está inducida de alguna manera por lo que nos rodea?

Lo cierto es que todas estas preguntas superan al propio Nolan que -a falta de un segundo visionado que aclare dudas- no sabe que responder, no sabe si responder o directamente no quiere responder. Esto no es algo malo en si mismo pero sí que puede descolocar a muchos de los espectadores que vayan al cine esperando ver una peli veraniega de tiros y acaben con la sensación de que han visto un “cuelgue de cojones”. Cuelgue que en realidad parece más de lo que es. Sin embargo sólo se puede aplaudir a un director que se esfuerza por abordar temas más o menos complejos y embutirlos en una cinta comercial, o quizá rebozar una película comercial con temas más o menos complejos aunque estos le superen. Ojalá todos los blockbusters fueran inteligentes como Origen, o como los Batman del propio Nolan, y no idiotas como Avatar.

lunes, 19 de julio de 2010

Noche y Día: ¿Realismo? ¿Para qué?

La primera secuencia ya lo anuncia a gritos: “Soy una película idiota y me enorgullezco de ello”. Y esa es la gran virtud de Noche y Día: nunca se toma en serio a si misma, por lo que el espectador no se siente en ningún momento insultado por el gran despliegue de estupideces y fantasmadas que ofrece la cinta de James Mangold, director que ya demostró su capacidad en El tren de las 3:10, En la cuerda floja o Identidad. Encabezada por dos clásicos del taquillazo de capa caída, Tom Cruise y Cameron Diaz, narra la historia muy simplona. Ella es una chica normal y él un superespía. Él hace cosas de superespias y, sin querer, ella se ve envuelta. Él se dedica a salvarla a ella y al mundo varias veces y final de la película.

El tono de la película es totalmente cómico, y el personaje de Cruise es un héroe invencible, sin fisuras ni debilidades, que es capaz de enfrentarse esposado a quince enemigos en un avión que está a punto de estrellarse y tenerlo todo bajo control. En este sentido recuerda mucho más a las cintas de acción de los años sesenta que a las tramas complejas y a los héroes débiles tan habituales en la era post-Bourne. Las secuencias de acción están rodadas con mucha habilidad y con mucha brillantez, muy espectaculares a pesar de que los efectos especiales te trasladen en algún momento a finales de los noventa. Por su parte, la trama y los diálogos son una colección de tópicos ochocientas veces vistos, sin embargo su ritmo les da mucha gracia. Sí, uno se ríe con Noche y día. También se ríe de ella, pero en este caso da la sensación de que esa es la intención de Mangold. Se agradece, porque aunque la película no pasará a la historia, al menos no se puede meter en el saco de las películas de acción idiotas que trataban inútilmente mantener la dignidad como xXx o El Rey Escorpión.

O quizá sí que puede pasar a la historia del cine por uno de los errores más épicos que se recuerdan en una película americana. Y es que la última secuencia transcurre en Sevilla... en pleno San Fermín. Y no es que sea algo parecido a San Fermín en una ciudad que parece ser Sevilla. Al inicio de la secuencia un cartel nos sitúa inequívocamente en "Sevilla, España" y posteriormente un personaje, interpretado por Jordi Mollà para más señas, nos especifica que “es el día que se celebra San Fermín”. Las carcajadas en el cine de Pamplona donde vi la película el 15 de junio estaban fuera de control. Gente vestida de San Fermín, txarangas tocando el Uno de enero, dos de febrero, gigantes, cabezudos y el encierro con la Giralda de fondo. ¿Extraordinario error? Puede ser. Desde luego es la primera explicación que viene a la cabeza, pero dando un par de vueltas al asunto, es evidente que no es así. Es evidente que James Mangold y el resto del equipo era perfectamente consciente de que San Fermín se celebra en Pamplona y no en Sevilla. Para empezar, el villano del film es interpretado por el ya mencionado Jordi Mollà, quien seguro que aviso al director de la pequeña deslocalización geográfica en la que incurría el guión tras la primera lectura. Segundo, a poco que uno de los cinco guionistas del film (¿para qué tanto si el libreto lo puede escribir un crío de ocho años?) hubiera buscado algo sobre San Fermín en el Señor Google, ni que fuera sólo para buscar ideas, habría advertido el error. Tercero, el hecho de que la película clave las canciones típicas que tocan las txarangas y el aspecto de los gigantes (que en algún caso son idénticos a los pamplonicas, concretamente se ve claramente al Rey de Europa) evidencia que hubo una cierta investigación. Además, esas secuencias se rodaron en Sevilla y Cádiz. Es decir, tuvieron que pedir permisos y eso exige una mínima explicación de que vas a rodar, por lo que es difícil de creer que nadie de la administración andaluza dijera “oiga, que eso no se hace aquí”. Entonces ¿porqué? Puede haber miles de causas, desde temas de producción (Sevilla está mucho mejor comunicada que Pamplona y en Andalucía hay muchas más productoras locales que podrían colaborar en el rodaje que en Navarra), climatológicas (pregunta de Trivial ¿Cuántas posibilidades hay en Sevilla de que la lluvia te joda un día de rodaje y cuántas hay de que eso ocurra en Pamplona?) o artísticas (Sevilla es lo que los malos escritores llaman "un marco incomparable" mientras que Pamplona, para qué nos vamos a engañar) no lo es. Aceptando la tesis de que el “error” fuera voluntario ¿es aceptable? Pues... ¿porqué no? Al fin y al cabo en el cine todo es mentira, empezando por la sensación de movimiento en pantalla, y más en el género de la ficción. ¿Es necesario que cualquier película se ajuste totalmente al mundo real? ¿Es necesario que en una película de situada en 1600 se adecúe cien por cien al vestuario de la época? ¿Estaría mal que, por ejemplo, para destacar que un personaje es un adelantado a su tiempo lleve un traje que correspondería a un siglo después? ¿O simplemente para crear más diferencias entre los personajes para que el espectador no los confunda? Habrá quien diga que luego el espectador se cree que las cosas son como las ve en pantalla pero ¿eso es problema del cineasta o del espectador inculto? Posiblemente nadie se hubiera creído que el emperador Cómodo murió luchando contra un gladiador como en Gladiator si hubiera un mejor sistema educativo. Si una película aspira a representar a la perfección cualquier hecho real como Waterloo de Sergei Bondarchuk fantástico, pero si no ¿qué más da? Trasladar 900 kms los Sanfermines puede parecer exagerado, pero hablamos de una película en la que un tipo tras cargarse a ocho tipos en un avión a punto de estrellarse se para unos minutos a tomar un mojito con una rubia y en la que una manada de toros arrolla varios coches. Esto es una atracción de feria, no una entrada en la Enciclopedia Britanica. Ni en la Wikipedia.

domingo, 4 de julio de 2010

Contra el wirbelsturm, doble pivote

Sudáfrica parece haberse empeñado en dar la razón a la célebre frase de Lineker “el fútbol es un deporte que juegan once contra once y al final siempre gana Alemania”. En dos rondas eliminatorias ha liquidado a dos selecciones que llegaban al Mundial como favoritas. 4-1 frente a Inglaterra de Capello y 4-0 ante la Argentina de Maradona. Impresionante. Se plantó en Sudáfrica sin más ruido que la lesión de Ballack y ha sorprendido por su presión feroz en defensa y su velocidad en ataque, liderados por un titánico Özil y por un Klose que si rindiera en sus clubs como en su selección habría sido uno de los mejores nueves de todos los tiempos.

España aterrizaba en el campeonato como gran favorita al título, pero esa condición se esfumó a la primera tras la derrota ante Suiza. Superó con más sudor de lo esperado la fase de grupos y superó por la mínima a Portugal y a Paraguay. Casillas, pese al partido de cuartos, no acaba de transmitir la seguridad que se presupone a uno de los mejores porteros del mundo, Iniesta es una sombra de si mismo tras una temporada acosado por las lesiones y algo parecido se puede decir de Torres. Xavi parece algo cansado tras dos temporadas a un nivel estratosférico, por lo que la selección se aferra al instinto goleador de un Villa en permanente estado de gracia. Con todo, ha conseguido llegar a semifinales de un Mundial por primera vez en su historia (en Suecia 50, en la que España quedó cuarta, se jugó con un sistema de doble liguilla, sin fases de eliminación directa) haciendo algo que normalmente se atribuye a los equipos con “espíritu campeón”: ganar sin jugar bien.

Visto lo visto, parece que Die Mannschaft debería ser la gran favorita en la semifinal. La camiseta Alemana – y las camisetas juegan- ha ganado tres Campeonatos del Mundo y ha llegado a otras cuatro finales, siendo la selección que más ha jugado con un total de siete. Habrá quien recuerde que hace dos años España ya los derrotó en la final de la Eurocopa, pero reencontrarse con antiguos vencidos no suele ser un buen negocio en estas competiciones. Además, aquella Alemania estaba liderada por Ballack, un jugador tremendamente mediático pero con muy poca inteligencia futbolística y que muchos consideran gafe por llevar el dorsal 13 y por haber perdido todas las finales internacionales que ha jugado (con el Bayer Leverkusen, la final de la Champions 2002 frente al Madrid; Con el Chelsea la de 2008 frente al Manchester United, y con la selección perdió la final del Mundial de Corea-Japón de 2002 ante Brasil y la de la Eurocopa de Austria y Suiza de 2008 frente a España). Su ausencia ha liberado a Özil y a Schweinsteiger que ahora lideran brillantemente el centro del campo germano.

Sin embargo, los de Joachim Löw no se encontrarán el aeropuerto en el centro del campo que se encontraron ante Inglaterra y Argentina. Frank Lampard y Steven Gerrard son dos extraordinarios jugadores, dos de los mejores centrocampistas del mundo, pero por alguna esotérica razón nunca han cuajado bien juntos. A su lado estaban Gareth Barry (Manchester City) y James Milner (Aston Villa), buenos jugadores pero no lo suficiente para una empresa del nivel de un Mundial. El caso de Argentina es todavía más exagerado: Maradona alineó a un solo centrocampista: Javier Mascherano. Junto a él, reconvirtió a Messi en mediocentro. La Pulga hizo lo que pudo en esa posición, pero lo suyo no es hacer circular el balón, lo suyo es enloquecer a las defensas rivales y a 40 metros de la portería rival eso es casi imposible. España es otra historia. Tiene el que seguramente sea el mejor centro del campo del mundo y un muy discutido doble pivote que, esta vez sí, puede ser la gran medicina contra la velocidad que imprime Alemania a la circulación del balón. Además, los bajitos españoles –Xavi, Iniesta, Cesc y Silva- son de los pocos que pueden robarles el balón en el minuto uno y devolvérselo tras el pitido final como sucedió en la final de la Eurocopa. Otro problema que deberá enfrentarse Löw es la baja por acumulación de tarjetas de Müller, que comparte con el Torpedo algo más que el apellido: también su capacidad para golear. Además, la solvencia con la que Alemania ha despachado sus encuentros de octavos y cuartos es un arma de doble filo. Da confianza, pero puede hacer que te olvides de lo que es sufrir, y en el fútbol no saber sufrir cuando las cosas van mal puede ser mortal. Y si no, preguntádselo a Brasil.

martes, 15 de junio de 2010

¿La muerte del laportismo?

En toda la boca. Los resultados de las elecciones del Barça sólo se pueden interpretar como una hostia en toda la boca a Joan Laporta. Es digno de una tesis doctoral el hecho de que una junta que ha ganado cuatro Ligas y dos Champions, que cogió a un club en ruinas en 2003 y que en 2010 lo deja en la elite mundial, haya salido derrotada de esta manera en las urnas. Jaume Ferrer logró únicamente un 10,81% de los votos, el menos votado de los cuatro candidatos. No sólo eso, sino que además Sandro 'el archienemigo' Rosell arrasó con un 61,41%. Una cifra muy parecida a la que sacó el ‘no’ a Laporta en la moción de censura de 2008: un 60,6%. Para rematar el asunto, la encuesta que TV3 realizó a pie de urna, y que bordó los resultados finales, revela que el 62,6% no votaría a Laporta si se hubiera podido presentar. La interpretación es muy sencilla: la gente, el soci, no sólo valora si la pelota entra o no. El equipo puede ir como un avión pero el palco ser un desastre. Se puede ir más allá y hacer una interpretación más profunda, con una parte posiblemente fantástica: se atribuye el éxito del Barça de Ronaldinho a Rosell y el del Barça de Messi a Guardiola. Algo que es totalmente injusto porque Laporta, guste más o menos, era quien tenía en todo momento la última palabra sobre cualquier decisión que se tomara.

Laporta ha sido un presidente tremendamente polémico, con continuas meadas fuera de tiesto, un exceso de politiqueo que finalmente han acabado por condenar al laportismo al abismo. Al menos por el momento. La fuerte personalidad de Laporta fue una de las principales armas que le hicieron llegar a la presidencia y ha marcado, para bien y para mal, su mandato. Es muy injusto valorar a Laporta como “el peor presidente de la historia”, como hizo José Ramón De la Morena en El Larguero sin mirar más allá de sus arranques de líder rebelde frente al Imperio. Las formas de Laporta han sido de impresentables para arriba más de una, dos y tres veces, indigna de una persona que representa a 180.000 personas, y sus internadas en política son por lo menos muy discutibles (y no por su posición independentista, si levantase el brazo sería lo mismo o peor). Pero Laporta tiene su parte de mérito, y es mucho, en los 69 títulos que el FC Barcelona ha ganado en sus diferentes categorías durante sus siete años de presidencia. Negárselo es profundamente injusto.

Pero lo que ha matado –por ahora- la continuidad del régimen ha sido la incapacidad de Laporta a la hora de mantener unido al grupo. En 2003, al mirar la foto de la junta, varios posibles herederos, uno destacado: Sandro Rosell. Fue el primero en saltar del barco, retratado por el presidente como poco más o menos que el anticristo. Pero todavía quedaban gente fuerte, como Ferran Soriano. Abandonó el club tras la moción de censura, al entender que el hecho de que 60% de los socios estuvieran en su contra les obligaba moralmente a dimitir aunque los estatutos no lo hicieran. Albert Perrín, hombre cercano a Laporta, le calificó de “Tejero”. No han sido los únicos que han salido rebotados con “l’ amic Jan”: también Alejandro Etxeberria, Jordi Badia, Xavier Sala i Martín, Samuel Eto’o o incluso Alfons Godall, su amigo del alma de la infancia y que llegó a ser el candidato continuista durante unos días hasta que tuvo la brillante idea de proponerle a Laporta un pacto con la gente de Soriano.

Caído uno a uno sus posibles sucesores, no le quedó más opción que recurrir a Jaume Ferrer como su delfín. Dejando de lado su más bien nula carisma personal –que no significa que no pudiera ser un buen presidente-, el principal problema de Ferrer es que no es laportista. Es más, tuvo que escuchar todos los adjetivos menos guapo cuando le comunicó a Laporta que tenía intención de presentar su propia candidatura cuando el Presidentísimo todavía apoyaba a Godall. Posiblemente su intención al aceptar el papel de sucesor era arrastrar el voto laportista, que ha resultado ser mucho menor de lo que se pensaba, pero la sombra de su avalador ha acabado por agarrotarle, no ha sido él mismo y le ha impedido situarse cómodamente en los debates, donde se ha hundido. El propio Ferrer mismo ha reconocido que no ha sido un buen candidato y que han hecho casi todo mal.

En estos momentos el laportismo es un cadáver, un cadáver caliente pero cadáver al fin y al cabo. Pero puede ser uno de esos cadáveres de las películas que, cuando el héroe se aleja convencido de la victoria, abren el ojo de golpe o cierran el puño con una música estridente de fondo. Porque no hay que olvidar que los estatutos permiten a Joan Laporta presentarse en las próximas elecciones y si hay una persona lo suficientemente inconsciente como para volver a presentarse ese es, precisamente, Joan Laporta, siempre que no esté demasiado ocupado liberando Cataluña de la opresión castellana. Y tampoco conviene olvidar que el nuevo rey proviene de la misma semilla que el antiguo, que fue el primer ángel caído de aquella candidatura de 2003 que acabó con las divisones clásicas del barcelonismo para crear otras nuevas.

viernes, 11 de junio de 2010

Subvenciones al cine, ¿necesidad o lacra?

En verano de 2009 el colectivo 'Cineastas contra el orden' publicó un manifiesto en el que acusaba al sistema de subvenciones cinematográficas de favorecer sólo a las grandes producciones. “¿Por qué necesita dinero quién ya puede obtenerlo con el éxito comercial?” cuestionaba la carta firmada por más de 150 miembros de la industria del cine, entre ellos Carlos Saura, Fernando Trueba, Luis Miñarro, Montxo Armendáriz o Javier Fesser, aunque Isabel Coixet y Vicente Aranda, que también figuraban en la lista, negaron estar vinculados con la organización. Sus protestas llevaron a la Unión Europea a bloquear durante dos meses y dos días – del 24 de noviembre al 26 de enero de 2010- toda ayuda al sector cinematográfico mientras se aseguraban de que las subvenciones del Gobierno Español se adaptaban a las directivas europeas. A pesar de que la UE las dio por buenas, estas nunca han estado exentas de polémica.

La excepción cultural

A principios de los años 80 el cine americano copa hasta el 90% de las salas europeas. “Había llegado un punto en que todas las filmografías europeas estaban a punto de desaparecer, excepto quizás en Gran Bretaña donde el idioma es el mismo que en Estados Unidos”, explica el productor y guionista Enric Calpena. “Las distribuidoras americanas dominaban el mercado de tal manera que impedían que los exhibidores compraran películas que no distribuyeran ellos”. Las prácticas abusivas de las distribuidoras americanas han sido denunciadas largamente por los exhibidores europeos pero nunca se han llegado a probar. Si un exhibidor quiere proyectar un blockbuster le obligan a comprar también otras cinco o seis películas que no interesan a nadie y que a veces en Estados Unidos van directamente a DVD. Si no cumplen el pacto, no les dan el siguiente Avatar de turno.

En 1984, en plena negociación de un acuerdo global para eliminar los aranceles, el entonces presidente francés François Mitterrand y su ministro de cultura Jack Lang plantean que el principio de libre comercio no es aplicable a todos los mercados, como por ejemplo en el mercado cultural ya que la cultura forma parte de la particularidad de un país. Por lo tanto el estado tiene la obligación de ayudar a mantener esos rasgos culturales, con lo que la subvención al producto cultural tenía que estar fuera de los pactos de la Organización Mundial de Comercio. A esto se le llama la excepción cultural. Los americanos deciden aceptarlo todo excepto en el cine. “La razón es que en lo único que dominan culturalmente es en el mercado de la distribución cinematográfica, en literatura y otros temas no, pero en cine se cerraron en banda”, explica Calpena. “La discusión de fondo de la excepción cultural es si el cine es arte o industria. Los americanos decían que era una industria, por lo que se debía tratar exactamente igual que la fabricación de tornillos, y los europeos afirmaban que es cultura, por lo que no se podía tratar de la misma manera”. A pesar de la posición de los americanos, la Unión Europea se planta y finalmente se pacta la excepción cultural, lo que implica que cada país puede subvencionar y proteger su propio cine. Según Calpena “esto ha supuesto un aumento de la cuota de pantalla del cine europeo del 8 o 9% en los años ochenta a un 18 o 19% en la actualidad. Y, aunque las películas americanas siguen ocupando un 60% de las pantallas, ya no es el dominio tan absolutamente asfixiante como en los años anteriores a estas medidas".

Primeras ayudas españolas
Pero antes del pacto de la excepción cultural las ayudas al cine ya existen. En el caso del cine español nacen poco después del final de la Guerra Civil, en un país destrozado y deprimido. En aquel contexto nadie se preocupa de algo aparentemente tan irrelevante como entretener al personal. Por ello, el recién asentado régimen franquista opta por tomar el control de algunos rodajes y financia la poca producción cinematográfica española en la posguerra. Las intenciones de Franco son tanto distraer a la sociedad de los problemas de un país en ruinas como crear una serie de películas imitando a El Triunfo de la Voluntad o Olympia que Leni Riefenstahl rodó para exaltar el régimen nazi. Siguiendo la línea de imitación cutre, casi semiparódica, del sistema alemán, José Luís Sáenz de Heredia rueda con dinero público la película Raza, escrita por Jaime de Andrade, seudónimo tras el que se oculta el mismísimo Francisco Franco Bahamonde.

Las ayudas estatales al cine español se instauran definitivamente en 1965 cuando José María García Escudero, Director General de Cine y Teatro nombrado por Manuel Fraga, crea la Junta de Clasificación, una institución encargada de cuantificar la subvención que debía recibir cada película española en función de su rendimiento en taquilla. La desaparición del Franquismo conlleva la de las cuotas de pantalla fijas que protegían el cine patrio. Este hecho coincide además con la gran explosión del cine comercial americano de la mano de Tiburón de Steven Spielberg (1975) y La Guerra de las Galaxias de George Lucas (1977). Las grandes producciones americanas inundan las salas, donde las películas sólo sobreviven aferrándose al destape.

Más dura será la caída
Con la llegada al poder del gobierno socialista, Pilar Miró es nombrada Directora General de Cinematografía y se dispone a modernizar el cine español ante la próxima entrada en la Unión Europea. El último gran salto que crea el sistema de subvenciones tal y como lo conocemos hoy se da en diciembre de 1983, cuando se aprueba la llamada “Ley Miró” que por primera vez da ayudas anticipadas hasta el cincuenta por ciento del presupuesto. Copiando prácticamente punto por punto la ley francesa, la intención era poder valorar la calidad potencial del filme y no únicamente su rendimiento en taquilla y poder premiar a las películas con más aspiraciones artísticas por encima del modelo “que vienen las suecas” que funcionaba en taquilla.
En 1982 José Luís Garci gana el Oscar a mejor película de habla no inglesa con Volver a empezar. Muchos quieren ver un síntoma de renacimiento del cine español y que las primeras medidas de Pilar Miró surten efecto. Nada más lejos de la verdad. Las ayudas a priori llevan a la práctica desaparición del capital privado en el cine, creando una industria totalmente dependiente de las ayudas públicas y provocando un brutal descenso de la producción durante el resto del mandato socialista (de 146 filmes en 1982 a 56 en 1995, dato que ha ido mejorando en gran parte gracias a la introducción de ayudas de la Unión Europea a través del programa Media en 1994). A pesar de los múltiples intentos, como el “decreto Semprún” de 1989, que introduce desgravaciones fiscales por invertir en el cine, o la Ley de la televisión que obliga a las televisiones privadas a invertir una parte de su presupuesto en cine impuesta ya por el PP en 2001, prácticamente no se recupera la inversión privada.

¿Cómo se dan las ayudas?
Actualmente el órgano que se encarga de repartir el dinero de las subvenciones es el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA), creado en 1985 y dependiente del Ministerio de Cultura. En 2008 repartió 85 millones de euros, 87 en 2009 y en 2010 estaba previsto subir la cifra hasta los 89,4 millones, pero se verá considerablemente reducida por el "Tijeretazo ZP" . Además, cada comunidad autónoma tiene su propio organismo dedicado a ayudar al cine como el Institut Català de les Indústries Culturals. También la Unión Europea ofrece subvenciones a través del programa Media.

Qué películas recibirán dinero público y cuáles no se decide a través de un sistema de puntos. Un comité de expertos que se renueva cada año otorga puntos o no en función de una serie de criterios como la originalidad, la estructura del guión o el potencial comercial. Cada miembro puntúa la película según sus ideas y luego se suman todos los puntos de todos los integrantes del comité y se elabora un ranking a partir del cual se otorgan las distintas subvenciones. Aunque hay multitud de tipos diferentes de subsidio (desde ayudas a desarrollo de guión, financiación del rodaje o financiación de las copias) y algunas de ellas se realizan a priori, la mayoría están sujetas al rendimiento en taquilla. En 2008 el 73,39% (56 millones de euros) de las ayudas del ICAA fueron a la amortización de la película mientras que las subvenciones a la producción fueron el 13,11% (10 millones de euros) del total. Además, aunque existen ayudas a fondo perdido, muchas de las que se dan antes del estreno de la película se tienen que devolver en caso de que esta resulte rentable, especialmente en el caso de las subvenciones que otorga la Unión Europea. En ningún caso la cantidad recibida de entidades públicas debe exceder del 50% del presupuesto total de la película (y eso sólo en caso de que la película reciba la máxima puntuación por parte del comité) ni de un millón de euros (el presupuesto medio de una película española es de 3 millones). En 2008 Los Barcos Fantasma recibió una ayuda de 125.000 euros, que suponía un 48% del presupuesto, mientras que las cantidades más altas fueron para 'El año de las lluvias' y Bestezuelas, ambas con 500.000 euros. Ninguna de las tres se llegó a estrenar en salas comerciales. En ayudas sobre la recaudación, nueve películas lograron la ayuda máxima de un millón de euros: Alatriste, Los Borgia, El Laberinto del Fauno, Los Managers, El Perfume, Salvador Puig Antich, Va a ser que nadie es perfecto, Volver y Yo soy la Juani. La memoria del ICAA de 2009 todavía no ha sido publicada.

Existen otras formas de ayudas indirectas, entre las que destaca la cuota de pantalla. Todos los cines españoles están obligados a programar películas europeas en una proporción de un día por cada tres que hayan exhibido películas de fuera de la comunidad. Aunque pueda parecer un detalle sin demasiada importancia, esta limitación es la medida más fuerte para frenar el crecimiento de las películas americanas en las salas europeas, si bien es verdad que en los últimos años muchas distribuidoras estadounidenses han “hecho trampa” al coproducir algunas superproducciones con empresas europeas de tal manera que las películas tuvieran también nacionalidad comunitaria. De esta manera El Caballero Oscuro fue producida por Legendary Pictures y la productora inglesa Syncopy Films, propiedad del director del film Christopher Nolan. De la misma manera, diversas pequeñas productoras españolas, alemanas, británicas y marroquíes colaboraron en el rodaje de algunas secuencias de El Reino de los Cielos, producida por Scott Free Productions de Ridley y Tony Scott. Su participación fue pequeña pero lo suficiente para ser considerada una película europea a efectos burocráticos.

¿Es necesaria tanta ayuda?
Enric Calpena es tajante: “sin estas ayudas tal y como está la estructura del mercado y especialmente la estructura de la distribución sería muy difícil que existiera una industria autóctona en toda Europa”. Sin embargo no todo el mundo piensa así. Un sector de la derecha, especialmente el liberalismo económico, siempre se ha mostrado contrario a las ayudas al cine ya que consideran que este debería ajustarse a las reglas de la oferta y la demanda. Alberto Illán Oviedo, miembro fundador del Instituto Juan de Mariana, cree que “Si estas productoras controlan el mercado es porque son las que venden los productos que la gente quiere y son los clientes los que les otorgan esa fuerza” y asegura que no conoce “ Yo no conozco a ninguna persona que me haya jurado que un sicario de la Paramount le ha obligado a ir a ver la última película de Harrison Ford. Si no van a ver películas españolas será porque no les gustan", sin embargo asegura que “el 50% de la población que no va al cine sí pasa obligatoriamente por taquilla del cine español cuando paga sus impuestos. Se dice que el cine español recauda poco, comparado con el americano. ¿Se han incluido en esa recaudación las subvenciones que se reciben?”. En este sentido hay que recordar que en 2008, por primera vez, las subvenciones recibidas por el cine español superaron a la taquilla: 85 millones de euros en ayudas frente a 80 millones en taquilla, a falta de que el ICAA publique los datos definitivos de 2009. Illán, además, afirma que “puestos a denunciar un monopolio, ¿porqué no denunciamos el monopolio de estos vagos del cine que siempre son los mismos en las películas españolas?”, en referencia a “esos subvencionados titiriteros que firman algunos de estos manifiestos contra la guerra, el liberalismo, el gobierno de derechas o cualquier otro supuesto infortunio que nos aqueja”. Illán tiene claro que la solución de todos los problemas del cine español es que “desaparezcan las subvenciones. Que se peleen por conseguir el dinero. Que vendan ideas a mecenas interesados y que creen una industria cinematográfica parecida a la de Hollywood. Verán como así sí que venden películas. Que eso ya lo hizo Ford”.

Los no visibles
Aunque estos grupos de la derecha española siempre han centrado sus iras en un grupo de cineastas militantes de la izquierda, representados tradicionalmente en la familia Bardem y Almódovar, a los que acusan de llevarse todas las subvenciones, para Fernando De Felipe, guionista y crítico de cine y televisión, el problema no son estos cineastas ya que “te gusten o no, su obra tiene un recorrido” sino “que subvencionen a otros productores que no tienen compromiso ni de crítica ni de público, que entran en una dinámica de pedir una subvención, hacer una película, guardarla en la estantería sin estrenarla, o proyectarla en una sala perdida para hacer ver que la has estrenado a nivel residual para justificar la subvención y pedir otra. España es el país de la picaresca y no podíamos esperar que el sector del cine fuera el único que se librara de las corruptelas en el movimiento de fondos públicos. Sería impensable”. De todos modos Calpena recuerda que “la mayoría de subvenciones van ligadas al rendimiento de la película en taquilla, por lo que si esta no se estrena las subvenciones que recibe son ridículas”, aunque admite que las ayudas “tienen una parte perversa en la que genera unos intereses que van más a buscar el dinero de la subvención que el interés cinematográfico”. Un fraude que se ve amparado por la gran cantidad de burocracia que exigen para pedir una subvención. “No es normal que para pedir una subvención para un corto hecho con cuatro duros y sin que nadie cobre te exijan formularios para hacienda” dice De Felipe, “como si todo el mundo estuviera cobrando y cotizando en la Seguridad Social”. Además. Enric Calpena asegura que “El ICAA tradicionalmente ha dado más ayudas a unas productoras determinadas como LolaFilms de Andrés Vicente Gómez , Enrique Cerezo Producciones o Aurum. También Sogefilms antes de su desaparición. Ya sea porque tienen buenos contactos o porque presentan los mejores productos, que es lo que dicen ellos”.

Subvenciones para todos
¿Qué sentido tiene que Almodóvar o Amenábar reciban subvenciones? Ambos directores son de los pocos cineastas españoles que tienen a priori un gran mercado fuera de nuestras fronteras. Ambos han ganado un Oscar en los últimos años y en el caso del director manchego tiene mucho tirón en Francia, por lo que es fácil deducir que casi seguro que sus películas serán rentables. Enric Calpena, que también es licenciado en derecho, cree que "las ayudas públicas no pueden ser discriminatorias por el principio de igualdad ante la Ley, estamos en una democracia y no puedes decir a este sí y a este no". Por lo tanto "si una película de Almódobar entra dentro de los criterios adecuados, deben ser subvencionadas exactamente igual que cualquier otra". "El sistema esta creado de una manera así de perversa: Te dediques al cine o te dediques a la hostelería, si a ti te van a dar más dinero, aunque no lo necesites ¿vas a decir que no?" dice De Felipe. De todos modos para el crítico "te guste o no, y a mi no me gusta, Almodóbar es un embajador del cine español, lo ha llevado a los Oscar y lo ha llevado a Cannes y en Francia ha abierto mercado al cine español por lo que la inversión que se ha hecho es rentable. Lo preocupante es la caja negra, las películas que se subvencionan y no se llegan ni a estrenar".

Canales de distribución
En 2009, de las diez distribuidoras con mayor recaudación en España, ocho eran americanas. De ellas seis ocupaban los primeros puestos y suman el 71% de la taquilla. "No hay que ser tonto y pensar que el éxito de los americanos es porque es muy comercial. El su cine, como concepto, es muy bueno" dice Calpena, "no creas una máquina industrial como Hollywood haciendo sólo malas películas, aunque las haya como en todas partes". La red de distribución tan poderosa del cine americano ha sido posible gracias a que en este momento son la cultura hegemónica mundial. "Aunque no compartas los valores, todo el mundo entiende la historia de una cheerleader que va al highschool, se enamora del quarterback y van a comer al mall. En cambio un marroquí que llega a un pueblo de Lleida, unos hablan catalán, se enamora de una sudamericana... y es una película provinciana aunque en el fondo la historia es la misma". A esto se le suma la barrera del idioma, hasta el punto que Beta Films, una de las distribuidoras alemanas más importantes ha acabado por especializarse en televisión y únicamente con películas rodadas en inglés. "Por eso no es demasiado útil subvencionar la distribución y hay que centrarse más en apoyar la creación. A la red de distribución europea se le debe ayudar asegurándole una salida y que tendrá pantallas donde proyectar sus películas, y para eso está la cuota de pantalla", concluye.

Falta de público
Fernando de Felipe cree que el problema del cine europeo va mucho más allá de la distribución. "Al cine europeo le falta un público que sepa valorar determinadas esencias que son propias de la cultura, de la idiosincrasia, de la política y de la estética europea que son imposibles en Estados Unidos". El guionista cree que "el cine de Hollywood es lo que es y los blockbusters sirven para lo que sirven. No es un problema de competencia desleal por el tipo de producto, inversión o distribución, sino por la imposibilidad de que no exista un determinado público que pueda acceder a tu cine, aunque suene clasista". El éxito de un producto no está necesariamente ligada a su procedencia. "The Wire es una serie americana, pero es un objeto de culto. Por desgracia no lo ve cualquiera y es el tipo de serie que se debería hacer por su complejidad y por su compromiso político y de denuncia, más allá incluso de cuestiones estéticas" dice el guionista de Darkness. Tiene las mismas posibilidades de distribución que otros productos americanos, sin embargo "es normal que en su lugar la gente vea otras series como Perdidos o incluso CSI, que siendo policiaca como The Wire son dos series opuestas. Los productos que triunfan son aquellos que tienen los contenidos más bajos, no de calidad, sino de complejidad. Los que son más accesibles al espectador. El problema es que no hay un espectador que pueda ver CSI y The Wire simultaneando las dos vertientes o ver igual Tarkovsky que Peter Jackson sin ningún problema. Y este público sólo se crea invirtiendo en educación".

Los productores
Uno de los gremios cinematográficos que más criticas ha recibido tradicionalmente son los productores, de los que se ha dicho que nunca se arriesgan a la hora de innovar y buscan descaradamente el beneficio propio por encima de una buena película. Un ejemplo claro es Las 13 Rosas. Eduard Cortés (La Vida de Nadie) iba a ser el director hasta que decidió que la película tenía que transcurrir sólo en una celda. Enrique Cerezo, el productor, montó en cólera porque él quería una película de época, quería ver tranvías y Guerra Civil. Para muchos quería hinchar el presupuesto para cobrar él más. Finalmente Cortés abandonó el proyecto que acabo siendo dirigido por Emilio Martínez-Lázaro, cuya visión del film seguramente convenció más a Cerezo.

"El perfil del empresario cinemátográfico de este país es muy distinto al de Hollywood. Allí se dedican a la industria del cine, aquí vienen de otros campos y de repente descubren que desgrava impuestos, que da glamour, que manejas dinero negro. Es la parte Torrente del asunto", dice Fernando de Felipe. "No arriesgan tanto como los productores americanos. Las subvenciones han llevado a que se enroquen en la postura de '¿cómo me puedo quedar el máximo exponiendo el mínimo?'". También cree que sería beneficioso para el audiovisual español que a los productores "les gustara más el cine de los que les gusta, que en general es muy poco. Tendrían que tener una mayor cultura general y cinematográfica y ser más comprometidos a nivel ético y político. El todo por la pasta, el todo por la carrera hacia arriba es peligroso porque tarde o temprano te estrellas o estrellas a los que van contigo", sentencia.

viernes, 30 de abril de 2010

Vergüenza por aspersión

Para el barcelonismo, lo más triste del partido frente al Inter no fue caer eliminado. Llegar a una semifinal de la Champions ya es difícil y caer con las botas puestas ante el campeón italiano no es un fracaso. Lo más triste del partido frente al Inter no es la sensación de impotencia que dio en algunos momentos el equipo, faltaba un jugador vital como Iniesta y varias piezas fundamentales no están en su mejor momento de forma después de 20 meses a un nivel estratosférico. Lo más triste del partido no es ver cómo Busquets se tiraba al suelo como un actorzuelo de compañía de pueblo para forzar la expulsión de Motta, ellos hubieran hecho lo mismo de haber surgido la ocasión. Tampoco es lo más triste ver como Víctor Valdés se encaraba a Mourinho como un chulo de discoteca, al fin y al cabo en caliente se hacen muchas tonterías y el técnico portugués no estaba precisamente en misión diplomática. Lo realmente triste, lo realmente patético, lo realmente indignante fue el espectáculo de los aspersores.

No es de mal perdedor, es rastrero. Los jugadores del Inter de Milán estaban celebrando el pase a la final de Champions como cualquier otro equipo, igual que el Barça celebró su victoria en Stamford Bridge y en el Santiago Bernabéu. No hubo ningún tipo de desconsideración a una grada que estaba centrada en aplaudir a su equipo (equipo que por cierto se largó a vestuarios sin el gesto de saludar a una afición que se había volcado con ellos desde una semana antes). En ese momento algún descerebrado de tres al cuarto sin el más mínimo sentido de la decencia, del honor o de la educación tuvo la brillante idea de encender los aspersores. La imagen era patética: un equipo festejando su pase a la final de la Champions y los señores del “més que un club” invitándoles a irse a manguerazo limpio. Ayer el culé podía estar orgulloso del equipo que se había dejado la piel con más o menos acierto, pero debía estar muy decepcionado con el club que había dado una imagen muy distinta a la que pregona con el logo de Unicef.

Por si éramos pocos, habló Laporta. A la mañana siguiente, tras haber tenido toda una noche para tranquilizarse, no se le ocurrió decir nada mejor que “después de un partido estás sudado y viene muy bien un poco de agua”. Pido perdón por adelantado por el adjetivo que usaré a continuación: gilipollas. Señor Laporta, usted es gilipollas y de los profundos. Si es inaceptable que alguien encendiera los aspersores, mucho más lo es que el presidente del club disculpe esta actitud con una sandez de estas proporciones, una fabulosa patada en los cojones a la elegancia y el fair play que tanto le gusta pregonar al presidentísimo. Habiendo dejado ya de manera irreparable una imagen repugnante, Laporta debería morderse la lengua –arrancársela mejor- y emitir un comunicado oficial del club pidiendo disculpas al Inter, a la UEFA y a todos los socios azulgranas que se vieron avergonzados por la ocurrencia de un idiota que, fuera quien fuera, debería ser despedido de manera fulminante.

martes, 20 de abril de 2010

¿Noventa minuti en el Camp Nou son molto longos?

Aviso: No pienso hablar del árbitro. Sí, puede ser que haya dos penaltis no pitados... pero también ha pitado un fuera de juego que no era cuando Milito se quedaba solo, una falta en ataque a Eto'o que no era y podía haber expulsado a Messi tan tranquilo.

El Barça tiene que remontar después de un partido lamentable que mereció perder y tal vez por más. Messi ha desaparecido en combate, Ibra se ha ofuscado y Alves ha jugado su peor partido desde que viste la camiseta culé. Mourinho es un entrenador extraordinario, pero no ha ganado al Barça en la pizarra. Lo que ha matado al Barça ha sido sus imprecisiones en el centro del campo que propiciaban contraataques interistas. Excesivas prisas y demasiados pases erróneos. Continuos desajustes defensivos que Diego Milito ha aprovechado como un crack mundial que es. El Barça en ataque no ha hecho prácticamente nada hasta el tramo final y se ha encontrado un gol cuando las cosas empezaban a pintar ya muy mal. Y eso que el planteamiento del Inter, en principio, no era malo para el Barça. Mourinho ha decidido regalarle el balón a los azulgranas y echarse atrás, algo que suele ser mortal. Pero no sólo no se ha aprovechado sino que se ha regalado continuamente el balón en zonas tan peligrosa que es un milagro que el resultado no sea más abultado.

Pero el Barça no está muerto. Porque las remontadas épicas no son propiedad exclusivas del Real Madrid. Las dos últimas veces que el Barça ha perdido 3-1 en Champions ha remontado al calor del Camp Nou. En la 93/94 supero al dínamo por 1-4. Y el Chelsea volvió a con un 5-1 como recuerdo de su paso por Barcelona en la 99/00. El equipo cree en si mismo y sólo hay que ver los últimos 20 minutos, que de manera desordenada pero supurando orgullo por las orejas se ha venido arriba comandado por un Pique que ha cogido la bandera, la trompeta y el tambor y ha tirado del carro como un berraco hasta el punto de que casi marca un gol de largo inmerecido. Este equipo ya ha estado muerto otras veces, en Stamford Bridge o en el Mundial de Clubs, y siempre se ha levantado. Un 2-0 no es un resultado imposible, de hecho el partido de la liguilla acabó así. Ya que la final es en el Bernabéu, toca tomar prestado el Espíritu de Juanito.

domingo, 18 de abril de 2010

Alicia en el País de las Maravillas: El país de los despropósitos

La imaginería gótica de Tim Burton y el universo surrealista y el humor tétrico que Lewis Carroll desplegó en Alicia en el País de las Maravillas y en su continuación Alicia a través del espejo parecían dos trenes condenados a encontrarse. Tal vez por eso las expectativas sobre esta película eran muy altas, algo que en la mayoría de casos sólo conduce a la decepción.

Si nos pusiéramos a contar las adaptaciones cinematográficas de las aventuras de Alicia desde que Cecil Hepworth y Percy Stow dirigieran la primera en 1903 posiblemente superaríamos la veintena, así que la pregunta del millón antes del estreno era ¿qué podía aportar el tío Tim al universo de Alicia, a parte del despliegue visual propio de los tiempos de Avatar? La idea de la que parten Burton y Linda Woolverton, la guionista de todo esto, no es mala: huir de la adaptación pura y dura para crear una secuela en la que Alicia vuelve a seguir al conejo blanco unos diez años después de los primeros viajes. Secuela o pseudo-secuela, porque uno de los principales problemas de la película son las enormes inconsistencias de continuidad con los cuentos de Carroll y con la famosísima adaptación de 1951 a cargo de Disney (que también produce esta cinta). Burton usa personajes tanto de Alicia en el País de las Maravillas como de Alicia a través del espejo sin tener en cuenta que los dos cuentos transcurren en universos distintos: el absurdo país de los sinsentidos al que cae a través de la madriguera de conejo y el mundo invertido al que accede al atravesar el espejo. Esto llega a su punto más absurdo cuando junta en el papel de su esposísima Helena Bonham Carter el nombre y la apariencia de la Reina Roja con la personalidad de la Reina de Corazones cuando son dos personajes que no tienen nada que ver más allá de ser reinas. Esta mezcla no tendría porqué si fuera una adaptación más o menos libre, pero no tiene ningún sentido cuando pretendes contar la continuación de la historia. Esto, unido a que la confusión de ambos personajes es habitual entre lectores despistados, puede llevar al espectador más malpensado a deducir que aquí alguien no ha leído a Carroll con suficiente atención.

Pero los despropósitos y la violación sistemática de los cuentos originales no acaban aquí. Por poner un ejemplo claro, el Lirón, ese personaje que de dos capítulos en que salía se pasaba uno y medio durmiendo, es aquí una especie de rata guerrera hiperactiva. Ni siquiera el Sombrerero Loco está tan loco. En manos de Tim Burton y Johnny Depp, que se limita a repetir su papel de Piratas del Caribe y Charlie y la fabrica de chocolate aunque eleven su personaje de secundario a casi protagonista sólo para su lucimiento, el delirio deja paso a un punto de lucidez que lo convierte en una especie de mezcla entre Aragorn y Jack Sparrow, que incluso llega liderar una rebelión contra la sangrienta Reina Roja (¿o era la de corazones?) y luchar espada en mano contra el ejercito enemigo. Y es que esta versión de Alicia no tiene nada que ver con el viaje de aquella niña inocente y curiosa en un mundo extraño que Carroll narraba a través de encuentros episódicos. Burton desarrolla una historia épica más en la línea Crónicas de Narnia en la que Alicia es la elegida para vencer al Galimatazo, espada Vorpalina en mano y enfundada en una armadura al más puro estilo Eowyn contra el Rey Brujo en El Señor de los Anillos. Esto en medio de una gran batalla entre buenos y malos en un enorme tablero de ajedrez, elemento que pierde aquí todo el simbolismo que tiene en A través del espejo, ya que en este caso el combate podría haber transcurrido en el recibidor de mi casa y el significado no cambiaría. Los cuentos se regocijan en su propio sin sentido y se estructuran a partir de continuos juegos lingüísticos. Es evidente que eso es algo que no soporta el salto al cine, pero de ahí a reconvertir la historia de Alicia en un remix tonto y simplón al estilo Dragones y Mazmorras hay un término medio. Sale Alicia, sale el Sombrerero Loco. Sale la Reina Roja, sale la Reina Blanca. Salen la Liebre Marcera, el Conejo Blanco, Tararí y Tarará. Sale el Gato de Cheshire, por supuestísimo. Pero a pesar de las apariencias no tiene nada que ver con los cuentos de Lewis Carroll.

Por si fuera poco a la película le cuesta arrancar y nunca llega a enganchar -es más: aburre- en gran parte por las pésimas interpretaciones de Mia Wasikowska como Alicia y de Helena “Señora de Burton” Bonham Carter como la Reina Roja. Las dos se destacan en la carrera por los Razzies 2011. A esto se le suma que el estilo de Tim Burton y el 3D son dos conceptos que no casan bien. Las gafas restan mucha luz a una estética ya de por si oscura y además los constantes trávelings y movimientos de cámara habituales del director californiano pueden llegar a marear en su versión tridimensional. En todo este desaguisado hay que destacar una gran dirección artística y una excepcional banda sonora a cargo de Danny Elfman, brillante como siempre, quizá porque hace lo de siempre.

Alicia en el País de las Maravillas tenía todos los números para brillar en manos de un director con el estilo único de Burton y que ha triunfado por ir siempre a muerte con sus ideas. El problema es que si las ideas no son todo lo sólidas que deberían pueden arrastrarte al fondo del pozo, o en este caso a la, con diferencia, peor película de su filmografía. ¡Qué le corten la cabeza!

sábado, 10 de abril de 2010

El día que España quedó inmóvil

Hace meses que se intuía. Se hacía difícil ver donde podían pinchar los dos grandes de la Liga española, convertida este año en una versión forrada a esteroides de la Liga escocesa. La diferencia entre Barça, Madrid y el resto de la Liga BBVA es tan grande que la clasificación parece un combate entre Godzilla y Mazinger Z en medio de un cementerio nuclear. A falta de ocho jornadas cuentan con 77 puntos con todavía 24 por disputarse. En 2007 el Real Madrid fue campeón con 76 a final de año y en 2003 con 78. El Valencia se llevó el título con 75 en 2004 y el Depor sólo necesitó 69 puntos en 2000. Guardiola dijo que era una puta barbaridad y no le faltaba razón. Se veía venir que la balanza sólo se podía desequilibrar en los duelos directos y el clásico del Bernabéu marcará y mucho la recta final de la Liga, pero con todavía 21 puntos en juego difícilmente se puede decir que el vencedor del partido ya será campeón y más cuando el Madrid tiene que recibir al Valencia o visitar al Mallorca y el Barça viajar a Sevilla y disputar el derbi contra el Espanyol en Cornellà.

Lo cierto es que desde el partido del Camp Nou el Madrid ha dado la sensación de mayor solidez, y en tramos de enero y febrero parecía capaz de pasar por encima del Barça en un duelo directo y tras la remontada frente al Sevilla los de Pellegrini parecían casi invencibles. Pero la imbatibilidad merengue no duró ni noventa minutos. La eliminación frente al Lyon ha caído sobre el Bernabéu como una bomba fétida, enrareciendo el ambiente y convirtiendo a Pellegrini en el blanco de todos los pim-pam-pums que tenían que llenar páginas de diarios y horas de televisión o radio en las largas semanas sin partidos, agenciando al chileno todos los errores del Madrid y los aciertos a jugadores bajo ese extraño régimen mediático por el que todos los problemas del club blanco tienen que quedar bien lejos del Ser Superior. Además el equipo ha dado mayor sensación de debilidad, dejando que el Sporting de Gijón o el Atlético de Madrid estuvieran a punto de darles un susto en su propia casa. En cambio el Barça, con la llegada de la Champions, ha recuperado el juego perdido en los últimos meses. Liderado por un Messi absolutamente estelar, el Barça ha asustado a media Europa tras vapulear al tercer clasificado de la Premier League (que allí sí está con opciones de ser campeón, a sólo tres puntos del líder, el Chelsea). Los de Guardiola parecen estar en su mejor momento desde que se proclamaron campeones de todo lo ganable. Así, se ha instalado la sensación de que el Barça puede poco más o menos que repetir el roto que le hizo a los blancosel año pasado. Sin embargo, como bien dice el maestro Segurola en Marca, el Madrid merece más respeto. Tiene mejores jugadores que el año pasado y, sobre todo, una defensa muchísimo más sólida. El Barça tendrá que estar a su mejor nivel para poder ganar.

Con todo el Madrid tiene más que perder que ganar. Sólo le vale la victoria mientras que el Barça con un empate se volvería a casa con la ventaja del gol average. Eliminados de la Copa del Rey por un Segunda B y fuera a primeras de cambio de una Champions League que sentían suya por jugarse la final en el Bernabéu, una derrota frente al Barça podría desencadenar la tormenta perfecta en el madridismo. Se complicaría seriamente el único título al que opta mientras ve como el máximo rival está a sólo tres partidos de poder levantar la Champions su casa. Todo tras gastarse 250 millones de euros en reforzar la plantilla. El barcelonismo, con todo el crédito ganado por el equipo la temporada pasada y con la posibilidad de ganar su cuarta Champions no acusaría tanto una derrota. Tras el duelo no tendremos campeón, pero sí una buena pista de quién lo será de aquí a ocho jornadas.

Con todos estos ingredientes, mañana se juega el partido que ha creado más expectativas en mucho tiempo. Barça y Madrid empatados a puntos; Messi, Cristiano Ronaldo; un Real Madrid galáctico que se juega todo a la carta de la Liga, un Barça en disposición de ganar la Champions en santuario blanco; un Casillas en uno de los peores momentos de su carrera, un Valdés grande como nunca; un Iniesta deshinchado, un Xabi Alonso creciente; Pellegrini bajo la Espada de Damócles, el intocable gurú Guardiola... Mañana será el día que España quedará inmóvil. Como para que queden 0-0 en un partido aburrido.