viernes, 30 de abril de 2010

Vergüenza por aspersión

Para el barcelonismo, lo más triste del partido frente al Inter no fue caer eliminado. Llegar a una semifinal de la Champions ya es difícil y caer con las botas puestas ante el campeón italiano no es un fracaso. Lo más triste del partido frente al Inter no es la sensación de impotencia que dio en algunos momentos el equipo, faltaba un jugador vital como Iniesta y varias piezas fundamentales no están en su mejor momento de forma después de 20 meses a un nivel estratosférico. Lo más triste del partido no es ver cómo Busquets se tiraba al suelo como un actorzuelo de compañía de pueblo para forzar la expulsión de Motta, ellos hubieran hecho lo mismo de haber surgido la ocasión. Tampoco es lo más triste ver como Víctor Valdés se encaraba a Mourinho como un chulo de discoteca, al fin y al cabo en caliente se hacen muchas tonterías y el técnico portugués no estaba precisamente en misión diplomática. Lo realmente triste, lo realmente patético, lo realmente indignante fue el espectáculo de los aspersores.

No es de mal perdedor, es rastrero. Los jugadores del Inter de Milán estaban celebrando el pase a la final de Champions como cualquier otro equipo, igual que el Barça celebró su victoria en Stamford Bridge y en el Santiago Bernabéu. No hubo ningún tipo de desconsideración a una grada que estaba centrada en aplaudir a su equipo (equipo que por cierto se largó a vestuarios sin el gesto de saludar a una afición que se había volcado con ellos desde una semana antes). En ese momento algún descerebrado de tres al cuarto sin el más mínimo sentido de la decencia, del honor o de la educación tuvo la brillante idea de encender los aspersores. La imagen era patética: un equipo festejando su pase a la final de la Champions y los señores del “més que un club” invitándoles a irse a manguerazo limpio. Ayer el culé podía estar orgulloso del equipo que se había dejado la piel con más o menos acierto, pero debía estar muy decepcionado con el club que había dado una imagen muy distinta a la que pregona con el logo de Unicef.

Por si éramos pocos, habló Laporta. A la mañana siguiente, tras haber tenido toda una noche para tranquilizarse, no se le ocurrió decir nada mejor que “después de un partido estás sudado y viene muy bien un poco de agua”. Pido perdón por adelantado por el adjetivo que usaré a continuación: gilipollas. Señor Laporta, usted es gilipollas y de los profundos. Si es inaceptable que alguien encendiera los aspersores, mucho más lo es que el presidente del club disculpe esta actitud con una sandez de estas proporciones, una fabulosa patada en los cojones a la elegancia y el fair play que tanto le gusta pregonar al presidentísimo. Habiendo dejado ya de manera irreparable una imagen repugnante, Laporta debería morderse la lengua –arrancársela mejor- y emitir un comunicado oficial del club pidiendo disculpas al Inter, a la UEFA y a todos los socios azulgranas que se vieron avergonzados por la ocurrencia de un idiota que, fuera quien fuera, debería ser despedido de manera fulminante.

martes, 20 de abril de 2010

¿Noventa minuti en el Camp Nou son molto longos?

Aviso: No pienso hablar del árbitro. Sí, puede ser que haya dos penaltis no pitados... pero también ha pitado un fuera de juego que no era cuando Milito se quedaba solo, una falta en ataque a Eto'o que no era y podía haber expulsado a Messi tan tranquilo.

El Barça tiene que remontar después de un partido lamentable que mereció perder y tal vez por más. Messi ha desaparecido en combate, Ibra se ha ofuscado y Alves ha jugado su peor partido desde que viste la camiseta culé. Mourinho es un entrenador extraordinario, pero no ha ganado al Barça en la pizarra. Lo que ha matado al Barça ha sido sus imprecisiones en el centro del campo que propiciaban contraataques interistas. Excesivas prisas y demasiados pases erróneos. Continuos desajustes defensivos que Diego Milito ha aprovechado como un crack mundial que es. El Barça en ataque no ha hecho prácticamente nada hasta el tramo final y se ha encontrado un gol cuando las cosas empezaban a pintar ya muy mal. Y eso que el planteamiento del Inter, en principio, no era malo para el Barça. Mourinho ha decidido regalarle el balón a los azulgranas y echarse atrás, algo que suele ser mortal. Pero no sólo no se ha aprovechado sino que se ha regalado continuamente el balón en zonas tan peligrosa que es un milagro que el resultado no sea más abultado.

Pero el Barça no está muerto. Porque las remontadas épicas no son propiedad exclusivas del Real Madrid. Las dos últimas veces que el Barça ha perdido 3-1 en Champions ha remontado al calor del Camp Nou. En la 93/94 supero al dínamo por 1-4. Y el Chelsea volvió a con un 5-1 como recuerdo de su paso por Barcelona en la 99/00. El equipo cree en si mismo y sólo hay que ver los últimos 20 minutos, que de manera desordenada pero supurando orgullo por las orejas se ha venido arriba comandado por un Pique que ha cogido la bandera, la trompeta y el tambor y ha tirado del carro como un berraco hasta el punto de que casi marca un gol de largo inmerecido. Este equipo ya ha estado muerto otras veces, en Stamford Bridge o en el Mundial de Clubs, y siempre se ha levantado. Un 2-0 no es un resultado imposible, de hecho el partido de la liguilla acabó así. Ya que la final es en el Bernabéu, toca tomar prestado el Espíritu de Juanito.

domingo, 18 de abril de 2010

Alicia en el País de las Maravillas: El país de los despropósitos

La imaginería gótica de Tim Burton y el universo surrealista y el humor tétrico que Lewis Carroll desplegó en Alicia en el País de las Maravillas y en su continuación Alicia a través del espejo parecían dos trenes condenados a encontrarse. Tal vez por eso las expectativas sobre esta película eran muy altas, algo que en la mayoría de casos sólo conduce a la decepción.

Si nos pusiéramos a contar las adaptaciones cinematográficas de las aventuras de Alicia desde que Cecil Hepworth y Percy Stow dirigieran la primera en 1903 posiblemente superaríamos la veintena, así que la pregunta del millón antes del estreno era ¿qué podía aportar el tío Tim al universo de Alicia, a parte del despliegue visual propio de los tiempos de Avatar? La idea de la que parten Burton y Linda Woolverton, la guionista de todo esto, no es mala: huir de la adaptación pura y dura para crear una secuela en la que Alicia vuelve a seguir al conejo blanco unos diez años después de los primeros viajes. Secuela o pseudo-secuela, porque uno de los principales problemas de la película son las enormes inconsistencias de continuidad con los cuentos de Carroll y con la famosísima adaptación de 1951 a cargo de Disney (que también produce esta cinta). Burton usa personajes tanto de Alicia en el País de las Maravillas como de Alicia a través del espejo sin tener en cuenta que los dos cuentos transcurren en universos distintos: el absurdo país de los sinsentidos al que cae a través de la madriguera de conejo y el mundo invertido al que accede al atravesar el espejo. Esto llega a su punto más absurdo cuando junta en el papel de su esposísima Helena Bonham Carter el nombre y la apariencia de la Reina Roja con la personalidad de la Reina de Corazones cuando son dos personajes que no tienen nada que ver más allá de ser reinas. Esta mezcla no tendría porqué si fuera una adaptación más o menos libre, pero no tiene ningún sentido cuando pretendes contar la continuación de la historia. Esto, unido a que la confusión de ambos personajes es habitual entre lectores despistados, puede llevar al espectador más malpensado a deducir que aquí alguien no ha leído a Carroll con suficiente atención.

Pero los despropósitos y la violación sistemática de los cuentos originales no acaban aquí. Por poner un ejemplo claro, el Lirón, ese personaje que de dos capítulos en que salía se pasaba uno y medio durmiendo, es aquí una especie de rata guerrera hiperactiva. Ni siquiera el Sombrerero Loco está tan loco. En manos de Tim Burton y Johnny Depp, que se limita a repetir su papel de Piratas del Caribe y Charlie y la fabrica de chocolate aunque eleven su personaje de secundario a casi protagonista sólo para su lucimiento, el delirio deja paso a un punto de lucidez que lo convierte en una especie de mezcla entre Aragorn y Jack Sparrow, que incluso llega liderar una rebelión contra la sangrienta Reina Roja (¿o era la de corazones?) y luchar espada en mano contra el ejercito enemigo. Y es que esta versión de Alicia no tiene nada que ver con el viaje de aquella niña inocente y curiosa en un mundo extraño que Carroll narraba a través de encuentros episódicos. Burton desarrolla una historia épica más en la línea Crónicas de Narnia en la que Alicia es la elegida para vencer al Galimatazo, espada Vorpalina en mano y enfundada en una armadura al más puro estilo Eowyn contra el Rey Brujo en El Señor de los Anillos. Esto en medio de una gran batalla entre buenos y malos en un enorme tablero de ajedrez, elemento que pierde aquí todo el simbolismo que tiene en A través del espejo, ya que en este caso el combate podría haber transcurrido en el recibidor de mi casa y el significado no cambiaría. Los cuentos se regocijan en su propio sin sentido y se estructuran a partir de continuos juegos lingüísticos. Es evidente que eso es algo que no soporta el salto al cine, pero de ahí a reconvertir la historia de Alicia en un remix tonto y simplón al estilo Dragones y Mazmorras hay un término medio. Sale Alicia, sale el Sombrerero Loco. Sale la Reina Roja, sale la Reina Blanca. Salen la Liebre Marcera, el Conejo Blanco, Tararí y Tarará. Sale el Gato de Cheshire, por supuestísimo. Pero a pesar de las apariencias no tiene nada que ver con los cuentos de Lewis Carroll.

Por si fuera poco a la película le cuesta arrancar y nunca llega a enganchar -es más: aburre- en gran parte por las pésimas interpretaciones de Mia Wasikowska como Alicia y de Helena “Señora de Burton” Bonham Carter como la Reina Roja. Las dos se destacan en la carrera por los Razzies 2011. A esto se le suma que el estilo de Tim Burton y el 3D son dos conceptos que no casan bien. Las gafas restan mucha luz a una estética ya de por si oscura y además los constantes trávelings y movimientos de cámara habituales del director californiano pueden llegar a marear en su versión tridimensional. En todo este desaguisado hay que destacar una gran dirección artística y una excepcional banda sonora a cargo de Danny Elfman, brillante como siempre, quizá porque hace lo de siempre.

Alicia en el País de las Maravillas tenía todos los números para brillar en manos de un director con el estilo único de Burton y que ha triunfado por ir siempre a muerte con sus ideas. El problema es que si las ideas no son todo lo sólidas que deberían pueden arrastrarte al fondo del pozo, o en este caso a la, con diferencia, peor película de su filmografía. ¡Qué le corten la cabeza!

sábado, 10 de abril de 2010

El día que España quedó inmóvil

Hace meses que se intuía. Se hacía difícil ver donde podían pinchar los dos grandes de la Liga española, convertida este año en una versión forrada a esteroides de la Liga escocesa. La diferencia entre Barça, Madrid y el resto de la Liga BBVA es tan grande que la clasificación parece un combate entre Godzilla y Mazinger Z en medio de un cementerio nuclear. A falta de ocho jornadas cuentan con 77 puntos con todavía 24 por disputarse. En 2007 el Real Madrid fue campeón con 76 a final de año y en 2003 con 78. El Valencia se llevó el título con 75 en 2004 y el Depor sólo necesitó 69 puntos en 2000. Guardiola dijo que era una puta barbaridad y no le faltaba razón. Se veía venir que la balanza sólo se podía desequilibrar en los duelos directos y el clásico del Bernabéu marcará y mucho la recta final de la Liga, pero con todavía 21 puntos en juego difícilmente se puede decir que el vencedor del partido ya será campeón y más cuando el Madrid tiene que recibir al Valencia o visitar al Mallorca y el Barça viajar a Sevilla y disputar el derbi contra el Espanyol en Cornellà.

Lo cierto es que desde el partido del Camp Nou el Madrid ha dado la sensación de mayor solidez, y en tramos de enero y febrero parecía capaz de pasar por encima del Barça en un duelo directo y tras la remontada frente al Sevilla los de Pellegrini parecían casi invencibles. Pero la imbatibilidad merengue no duró ni noventa minutos. La eliminación frente al Lyon ha caído sobre el Bernabéu como una bomba fétida, enrareciendo el ambiente y convirtiendo a Pellegrini en el blanco de todos los pim-pam-pums que tenían que llenar páginas de diarios y horas de televisión o radio en las largas semanas sin partidos, agenciando al chileno todos los errores del Madrid y los aciertos a jugadores bajo ese extraño régimen mediático por el que todos los problemas del club blanco tienen que quedar bien lejos del Ser Superior. Además el equipo ha dado mayor sensación de debilidad, dejando que el Sporting de Gijón o el Atlético de Madrid estuvieran a punto de darles un susto en su propia casa. En cambio el Barça, con la llegada de la Champions, ha recuperado el juego perdido en los últimos meses. Liderado por un Messi absolutamente estelar, el Barça ha asustado a media Europa tras vapulear al tercer clasificado de la Premier League (que allí sí está con opciones de ser campeón, a sólo tres puntos del líder, el Chelsea). Los de Guardiola parecen estar en su mejor momento desde que se proclamaron campeones de todo lo ganable. Así, se ha instalado la sensación de que el Barça puede poco más o menos que repetir el roto que le hizo a los blancosel año pasado. Sin embargo, como bien dice el maestro Segurola en Marca, el Madrid merece más respeto. Tiene mejores jugadores que el año pasado y, sobre todo, una defensa muchísimo más sólida. El Barça tendrá que estar a su mejor nivel para poder ganar.

Con todo el Madrid tiene más que perder que ganar. Sólo le vale la victoria mientras que el Barça con un empate se volvería a casa con la ventaja del gol average. Eliminados de la Copa del Rey por un Segunda B y fuera a primeras de cambio de una Champions League que sentían suya por jugarse la final en el Bernabéu, una derrota frente al Barça podría desencadenar la tormenta perfecta en el madridismo. Se complicaría seriamente el único título al que opta mientras ve como el máximo rival está a sólo tres partidos de poder levantar la Champions su casa. Todo tras gastarse 250 millones de euros en reforzar la plantilla. El barcelonismo, con todo el crédito ganado por el equipo la temporada pasada y con la posibilidad de ganar su cuarta Champions no acusaría tanto una derrota. Tras el duelo no tendremos campeón, pero sí una buena pista de quién lo será de aquí a ocho jornadas.

Con todos estos ingredientes, mañana se juega el partido que ha creado más expectativas en mucho tiempo. Barça y Madrid empatados a puntos; Messi, Cristiano Ronaldo; un Real Madrid galáctico que se juega todo a la carta de la Liga, un Barça en disposición de ganar la Champions en santuario blanco; un Casillas en uno de los peores momentos de su carrera, un Valdés grande como nunca; un Iniesta deshinchado, un Xabi Alonso creciente; Pellegrini bajo la Espada de Damócles, el intocable gurú Guardiola... Mañana será el día que España quedará inmóvil. Como para que queden 0-0 en un partido aburrido.