lunes, 14 de septiembre de 2009

District 9: De hombres y gambas

Durante los años 80, en pleno tramo final del apartheid, una enorme nave espacial aparece en los cielos de Johannesburgo. Sus habitantes, una especie de náufragos espaciales al estilo Alien Nation, no tienen otra opción que quedarse en la Tierra. La convivencia nunca es fácil, ni siquiera entre individuos de la misma especie, y las diferencias entre humanos y “gambas”, como denominan a los visitantes, pronto desembocan en hostilidades. Así las cosas, se decide desplazar a los alienígenas a una nueva localización, lejos de la ciudad, desde la barriada en la que viven: el distrito 9.

No hace falta que pasen muchos minutos de película para entender por que Peter Jackson no tuvo reparos a la hora de apadrinar a un joven director sudafricano llamado Neill Blomkamp. Desde el primer plano queda claro que su superdotado sentido del espectáculo no tiene nada que envidiar al de James Cameron, Steven Spielberg o al del propio Jackson. El arranque de District 9 es espectacular visual y narrativamente. En formato documental, en apenas diez minutos te narra la llegada de los extraterrestres a la tierra con unos brillantes y sobrios efectos especiales a cargo de WetaWorkshop (El Señor de los Anillos), entrevistas a pie de calle a ciudadanos de raza negra que exigen que mantengan a las gambas lejos de sus casas. También nos presenta al protagonista, Wikus Van der Merwe: un personaje tímido, algo patético y con cierto aire a Michael Scott (el protagonista de The Office), que según el propio director no es otra cosa que el prototipo de funcionario gubernamental en la oscura época del apartheid. Wikus es el encargado de organizar el traslado de 1,8 millones de gambas del distrito 9 al 10. Su drama comienza cuando contrae una extraña infección (¿la gripe A?) que lentamente lo transforma en una gamba igual que Seth Brundle en La Mosca de Cronemberg. No sólo se convierte en algo que el mundo no soporta sino que también lo hace en el único ser humano con capacidad para manejar el avanzado armamento alienígena, o lo que es lo mismo el mayor objeto de negocio del mundo.

La estética de reportaje televisivo proporciona un aire de realidad a una historia que de otra manera hubiera sido totalmente ajena al espectador. Sin embargo, el director consigue que no sea demasiado complicado identificar imágenes de la película con muchas de las que se pueden ver en las noticias. Se puede reprochar a Blomkamp que salta de un formato documental a un formato de ficción puro y duro cuando es incapaz de explicar algo por medio del reportaje para volver a él cuando éste le ofrece opciones narrativas interesantes. Aunque esta mezcla descarada de géneros pueda chocar en un principio, otorga a District 9 un ritmo vertiginoso y un toque original que atrapa al espectador como pocas películas del género, especialmente en los últimos años. Además, es preferible esto -que no es otra cosa que reconocer las limitaciones del formato y del propio narrador- a forzar la maquinaria para justificar la presencia de una cámara que lo grave todo. Este punto ya ha causado dolores de cabeza a muchos directores de falsos documentales. REC y El Diario de los Muertos, de Jaume Balagueró y George A. Romero respectivamente, tienen graves problemas de verosimilitud por esto mismo, incluso hay películas como Monstruoso que se hunden completamente por ser incapaces de razonar porque razón alguien está grabando ciertas situaciones.

La honestidad y la inteligencia del debutante sudafricano también acierta al reconocer el momento en que la metáfora planteada al principio sobre el apartheid y las tensiones raciales no da para más. Renuncia a estirarla como un chicle y se decanta por apretar el acelerador y comenzar con los tiros y las explosiones, rodadas de manera brillante y sin caer en las exageradas fantasmadas que últimamente inundan el cine de acción. Blomkamp confirma que a los Spielbergs, Camerons y Jacksons les ha salido un duro competidor. Hay un nuevo vaquero en el cine espectáculo. Sin embargo la película no es perfecta y lo cierto es que no le hubiera venido mal un poco de tijera y quizá renunciar a alguna subtrama como la de los traficantes nigerianos que alargan excesivamente el final, aunque este recorte signifique perder algo de profundidad del universo creado por el cineasta.

Con todo, District 9 es una de las películas más originales e inteligentes que ha dado la ciencia-ficción en los últimos años y supone un brillante inicio para una prometedora carrera de un director de apenas 30 años, que bajo la protección del ecléctico Peter Jackson ya ha asegurado que, si las circunstancias se lo permiten, su intención es rodar una secuela. Todo parece indicar que así será.

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